“El turismo mata”, ¡Viva la muerte!

El ataque armado (cuchillos) perpetrado por un grupo de fanáticos de “ERRAN/CUP” contra un autobús turístico en Barcelona al grito de “el turismo mata a los barrios” es la sustanciación violenta de la turismofobia en grado extremo. Un grupo de jóvenes facinerosos que no tenían mejor cosa que hacer que perpetrar un acto terrorista (terrorismo no es otra cosa que provocar terror) contra una de las fuentes de ingresos más importantes de la Ciudad Condal.

 Ellos sabrán lo que están haciendo con su futuro y con lo que es más grave con la esperanza de los demás. Los empresarios del sector, por fin, han decidido dejar el miedo a un lado y señalan directamente a la alcaldesa Ada Colau. Su discurso equidistante entre la nada pueblerina y los velados ataques al turismo propician este tipo de actos que no son condenados como deben por la autoridad constituida. Estos empresarios pagan sus impuestos, se juegan su dinero y se dedican “full time” a crear riqueza y cultura que no otra cosa es el conocimiento de lo propio extendido universalmente.

El ”ejemplo Arran” –los extremistas jóvenes de la radical y antisistema CUP-puede cundir por doquier y de ahí que los representantes de los partidos moderados catalanes (incluso aquellos que apuestan definitivamente por la “independencia”) hayan puesto el grito en el cielo al percatarse de que están en juego las cosas de comer. Estas son las consecuencias de las equivocaciones electorales. ¡Allá cada cual! Es ya un clásico el viejo dicho que cada pueblo y cada comunidad se ahorca con la soga que elige.

Al dejar escrito en el autobús atacado que “el turismo mata” es algo propio de las cavernas y de los más casposos movimientos que creen que la Historia vuelve atrás. El turismo, señores del lumpen, es una conquista de la civilización, un avance de la humanidad, un elemento de progreso y un corolario inmenso de cultura. Cuando he visto el video realizado y colgado por estos bárbaros me han recordado de alguna manera a los legionarios de Millán Astray gritando ¡Viva la muerte! en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca contra el rector Miguel de Unamuno cuando les dijo aquello de “vencéreis pero no convencéreis”. Simplemente, que esta recua malparida ni vencerá ni podrá convencer. La pequeña diferencia.

Pero no son ellos los únicos culpables de un hecho informativo que ha dado la vuelta al mundo para oprobio de todos los barceloneses y catalanes. Los responsables intelectuales son aquellos que arremeten en sus argumentos totalitarios contra el sector. Disparan generalmente con pólvora ajena y suelen apretar el gatillo antes de preguntar. Ya he mencionado a la alcaldesa Colau que está demostrando menos talla que las mangas de un chaleco. Ella sigue cobrando su enorme sueldo; viajando en coche oficial y con chéfer (algo que nunca soñó), contratando a su novio; enchufando a sus amiguetes mientras los emprendedores de la cosa llenan su caja en la que abrevan. Esto es lo que hay. Unos cardan la lana y otros se llevan la manteca. Cuando se alardea de que no cumplir la ley si esta no es de su agrado se termina en estas cosas. 

Los empresarios catalanes –siempre tan timoratos, tan prudentes, tan acojonados (no todos)- han callado hasta que la cosa ha pasado de castaño oscuro. Parece mentira que no vieran las orejas al lobo. Después de Cataluña, que sorprendentemente todavía es la comunidad autónoma que más turistas recibe, vendrá Baleares y si no al tiempo. Los “indepen” y los “anticapi” podrían haber elegido otras perchas para hacerse notar. Pero no. Han puesto su dedo en el turismo para diabolizar todo lo que se mueve. Son lo que Francis Fukuyama denominó “progres de caverna”.

Lo peor del asunto es que una golondrina si hace verano. Verán ustedes como a partir de ahora cunde el ejemplo. Mis amigos periodistas de ELCONFIDENCIAL en Andalucía me alertan sobre el asunto.

Por doquier.