Todos aceptamos, aunque a veces a regañadientes, que los políticos no sean especialistas en los temas de los que se hacen cargo. Es como tienen que ser las cosas, por mucho que a veces esto chirríe. Los políticos representan diversas formas de ver el mundo y, por lo tanto, tiene su 'pase' que no tengan ni idea de lo que les cae encima. Sin embargo, para eso están los técnicos, los ejecutivos que llevan las diversas organizaciones que gestionan.
A diferencia de lo que pasa en países que sí son competitivos, en España también los niveles más altos de esos cargos gestores los eligen los políticos. No son de carrera. No obstante, son los gestores, son los que deberían saber del asunto, son los que tienen que tener experiencia.
No es el caso de la secretaria de Turismo del Estado, que no tiene ni idea de lo que se trae entre manos, sino que sería el caso del director de Turespaña, donde también por cierto se han producido cambios inadmisibles.
Ahora le toca el turno a los políticos nuevos, a los supuestamente no contaminados, a los que han estado poniendo de vuelta y media –casi siempre con razón– al Partido Popular. En Baleares, tradicionalmente una de las regiones españolas turísticamente más importantes, la Agencia del Turismo (ATIB) recayó inicialmente en manos de un técnico que dimitió a los cuatro meses, según la versión oficial porque tenía otra oferta. Entonces, estos días, el Gobierno ha decidido premiar a uno de los suyos, de quien no consta experiencia en lo que lleva la agencia, la promoción del turismo. Este, ténganlo por seguro, no dimitirá.
El elegido es Pere Muñoz, un antiguo dirigente nacionalista (ha sido de nacionalista de izquierdas y también nacionalista de derechas durante su carrera), que en su momento fue director general de Cultura, y que también fuera candidato a alcalde de Palma. O sea, un político puro de quien no se tiene constancia que conozca nada de turismo.
Muñoz, que vivió algunas polémicas en el ayuntamiento de Palma, a cuenta de la descarga de un vídeo, se acercó a Unió Mallorquina, el partido cuyos dirigentes acabaron en su mayoría en la cárcel. De allí pasó a tener una empresa de promoción cultural y finalmente se ha dedicado a gestionar el alojamiento y el aparcamiento de un monasterio de la Iglesia católica. Esta, aparentemente, es la experiencia que tiene en el sector turístico.
En contraste con esta exigua familiarización con el sector, de Muñoz dependerá la gestión de la promoción turística de Baleares, que es la que debería influir en la captación de viajeros, en la creación de imagen de marca, en el perfil comercial que tiene este archipiélago.
Como ven, hemos cambiado de gobierno pero mantenemos intactos las características de nuestro desgobierno: damos el dinero, lo que tanto cuesta recaudar, para que alguien que no tiene ni idea lo gestione. Por lo tanto, el gasto de turismo se decidirá entre el conseller y vicepresidente, ignorante de estos asuntos, y el director de la ATIB, otro tanto.
Por supuesto, el sector turístico, que tiene aquí un motivo muy serio para protestar, calla porque el primero que se mueva quedará marcado. Sólo queda la esperanza de que Podemos, que en varios temas está mostrando más sensatez que el Gobierno al que ellos dan apoyo –para paradoja de paradojas– pueda cuestionar estos nombramientos.
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