Más controles en la aviación tras los atentados de París

Hace ya unas semanas escribí que, como cada vez que hay un atentado terrorista, los viajeros aéreos vamos a padecer las consecuencias. En el caso de París, ninguno de los autores se había trasladado a la capital francesa en avión, pero sin embargo serán los pasajeros de aviones a quienes les toque ser vigilados más de cerca. En el caso del atentado del semanario Charlie Hebdo, uno de los terroristas había venido a España en coche, pero nadie se ha propuesto reintroducir los controles en las fronteras, porque sería contrario a los principios europeos. Lo que nunca es contrario a Europa es poner más controles a los viajeros aéreos. Podrían, por ejemplo, obligar a que en los teatros o salas de música hubiera control de metal a la entrada, pero no, hablan de incrementar los controles en los aeropuertos, porque los gobiernos tienen que demostrar que están haciendo algo y los aeropuertos son ratoneras en las que todas las medidas son aceptadas.

La dirección de la Organización Mundial del Turismo expresó su preocupación porque cada día se está complicando más la experiencia de viajar. Este viernes, tras años de discusiones, se ha dado otro paso más, todo en aras del control del terrorismo.

Ahora llevábamos cinco años dándole vueltas a endurecer los controles a los viajeros aéreos en Europa y, tras lo ocurrido en París, este viernes los ministros del interior de Europa decidieron finalmente crear un registro único de viajeros aéreos en Europa, que, según dicen, les permitirá combatir mejor el terrorismo. Dicen que “es una herramienta indispensable contra el terrorismo o el tráfico de armas”. O sea, nuevos controles, más amplios, con más detalle.

Por fin, afirman los ministros, tras meses y meses negociando con el Parlamento Europeo, habrá una base de datos internacional con los datos de los pasajeros, de forma que nos podrán fichar a todos, conocer cómo hemos viajado, etcétera. Ahora los gobiernos europeos sabrán quienes volamos, si llevamos o no equipaje facturado, con quién volamos, a dónde vamos y cómo compramos el billete de avión. ¿De verdad estos datos son más importantes que, por ejemplo, saber quién viaja en autobús o tren de larga distancia?

La negociación lleva muchos meses porque una parte importante de los diputados del Parlamento Europeo aducía que estos datos atentan contra el derecho a la intimidad que tienen las personas. Pero, finalmente, tras la matanza de París, no les ha quedado más remedio que aceptar los argumentos de los ministros europeos.

Los ministros del Interior dicen que se trata de un acuerdo equilibrado y proporcionado. Explican que ahora los datos de los pasajeros aéreos estarán en abierto durante seis meses para todas las autoridades de la Unión Europea, y durante cinco años se mantendrán, pero encriptados. Después de ese periodo de tiempo, habrán de ser destruidos. La comunicación de estos datos será obligatoria tanto para los vuelos que llegan desde fuera de la Unión Europea como para los internos, tanto regulares como charter.

Al concluir la sesión conjunta este viernes, como es habitual en Europa, hubo felicitaciones por doquier. Todos contentos. A partir de ahora, pues, habrá 20 datos que se tendrán que hacer públicos por parte de las aerolíneas, pero curiosamente ninguno de ellos tiene que ver con la raza, ni la etnia, ni la religión, lo cual violaría los principios más importantes de Europa. O sea, los datos probablemente más importantes para el tipo de gente que es sospechosa, no se sabrán.

Yo he leído opiniones de expertos que no conceden gran importancia a estas medidas. Dicen que potencialmente podrían tener alguna utilidad, pero que los problemas no están en saber los nombres de los viajeros de avión. ¿Por qué razón un terrorista viajaría en avión, pudiendo hacerlo en coche o en tren? ¿Por qué la aviación es siempre la que paga los platos rotos de todos los hechos violentos?

Vean que los terroristas del atentado de París no habían viajado en avión, sino que habían entrado por tierra e incluso alguno de ellos había sido localizado con armas en una frontera, en Alemania, sin que aquello fuera comunicado a las autoridades de París. Vean que muchos de ellos eran de Bruselas y que habían viajado a París en coche, con vehículos alquilados en la capital belga. ¿Por qué, por ejemplo, los ministros no exigen que las gasolineras registren la matrícula del coche que ha puesto combustible, y así seguir también el trazo de los coches por Europa? ¿No sería comparable? No, los aeropuertos son sus preferidos.

Todos estamos sensibilizados con los atentados, y nadie desea que se repitan y que, por lo tanto, se localice antes a este tipo de personas. Sin embargo, estas medidas van a afectar de forma frontal a millones y millones de personas que no tienen relación alguna con los atentados. Y sólo a quienes viajan en avión. Como si el avión fuera el único modo de transporte de la Unión Europa, como si los terroristas sólo usaran el avión, como si los atentados no se pudieran evitar porque no se sabe si volaron o no. En muchos casos, se ha demostrado que el problema ha sido de coordinación de las policías, que no supieron entender datos que ya tenían. Pues ahora, más datos.

Los expertos en seguridad, a quienes les cuesta abrir la boca en este clima de tensión tan marcada, afirman que es mucho más útil disponer de perfiles de riesgo sobre los que centrar la investigación, que no acumular millones de datos cuya utilidad es limitada, complicando la vida a la gente normal. Francia, que está actuando con una contundencia desconocida, insiste en la creación de esos perfiles, que evidentemente entran de lleno en el territorio de la violación de la intimidad. Pero es que también entran estas medidas y probablemente no vayan a ser efectivas.

Es evidente que un terrorista también va a saber qué información recogerán estos registros, de forma que no van a ir dejando pistas fácilmente seguibles. Lo malo de lo acordado este viernes y que se pondrá en marcha en unas semanas, es que es la antesala para nuevos controles en los aeropuertos. Francia ha dicho que quiere más controles. No se sabe el motivo, pero algo hay que hacer.

Que ninguno de los últimos atentados haya tenido vinculación alguna con la aviación no es razón para que nuestros ministros no sigan complicándonos la vida.