La hotelera de Joan Gaspart no anda sobrada en los últimos tiempos. Hay quien dice que esta falta de euforia viene desde las Olimpiadas de Barcelona, cuando se lanzó a hacerse con hoteles en la Ciudad Condal, que tras el evento deportivo se quedó sin demanda suficiente para ocuparlos. Luego vino el acuerdo con los árabes, y en tiempos más recientes la venta de sus joyas en Madrid.
Pero la cadena Husa lleva tiempo sin disfrutar de un periodo más o menos prolongado de tranquilidad, de respiro desde la banca. Su última gran operación, la del Palace, se ha cerrado sin que con ella haya venido la paz. Los trabajadores de este hotel barcelonés han denunciado el retraso en el cobro de nóminas, un hecho que posible y desgraciadamente tenderá a repetirse a partir del próximo septiembre.
Gaspart, como se ve, tiene bastantes problemas en su casa como para liderar el lobby con el que la CEOE pretendía dar una voz única al Sector. Después del fiasco de Spanair -un proyecto público que él impulsó más que nadie-, la industria turística esperaba que el ex presidente del Barça en su época menos gloriosa tuviera más tiempo para dedicarse al asociacionismo, pero no ha podido ser así en el momento que el Turismo más le necesitaba, y cuando han tenido que suplir sus ausencias otros líderes patronales.
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