Meses de incertidumbre aún por delante en Globalia e Iberia

Cada nuevo episodio en las encrucijadas de Globalia-Orizonia e Iberia-IAG se viene traduciendo en seguir alargando los plazos hasta llegar a un desenlace concreto, en lugar de lo contrario. Esta prolongación de la incertidumbre está teniendo un efecto por supuesto que nada positivo para propiciar que el sector turístico se lance a invertir, a contratar empleados, y definir estrategias.

El volumen que aglutinan el primer y el segundo grupo turístico del país –Globalia y Orizonia--, y la primera y segunda aerolínea española clásica –Iberia y Air Europa—justifica que prácticamente toda la industria turística tenga puesta sus ojos en el devenir de sus crisis, ante las obvias reestructuraciones necesarias en las citadas casas, pero que avanzan a un ritmo fatigoso.

Globalia y Orizonia suman unos ingresos anuales de 5.500 millones, mientras que la facturación de Iberia y Air Europa juntas se acercaría a 6.000 millones, casi cinco veces más que el siguiente grupo o compañía nacional, y tanto los mencionados conglomerados o aerolíneas se hallan inmersos en EREs y ERTEs, además de en batallas judiciales con sus trabajadores.

La decisión de la CNC conocida este miércoles de que la operación entre Globalia y Orizonia entre en una segunda fase de investigación supone añadir más meses de incertidumbre --cualquiera que sea la evolución de los acontecimientos-- a un mercado de integración vertical turística bajo sospecha desde hace un tiempo por la fragilidad financiera de sus principales representantes, cuyo impacto atestiguan desde todos los eslabones del negocio de los viajes en forma de retrasos en los cobros.

La crisis de Orizonia, la corporación más afligida del turismo español, no encontró una solución el pasado otoño, cuando los accionistas aceleraron su salida, en la que finalmente la banca acreedora se decantó por la oferta de Globalia, más generosa en promesas que en proyecto y sinergia que la de un Grupo Barceló cuya fortaleza de caja parecía contribuir a un desenlace más rápido de este embrollo, aunque por supuesto no exento de sacrificios.

Tanto como si la opción del concurso de acreedores acabase imponiéndose, como si los condicionantes que fije la CNC obliguen a que algunos interesados puedan rescatar activos de Orizonia, el proceso por el que se dilucidarán estas cuestiones lo que es seguro es que durará bastantes semanas, y es lo que precisamente muchos empresarios y directivos del Sector quieren evitar a toda costa: la falta de una visión clara inmediata de la futura composición del mercado.

También en Iberia, las últimas decisiones no han hecho más que hacer vislumbrar una resolución sobre su ajuste cada vez más y más lejana. La propuesta del ERE hecha por la aerolínea ha provocado que los sindicatos ultimen una demanda mientras organizan una huelga cuyo impacto tiene visos de ser mucho mayor que cualquier otra realizada anteriormente.

Los litigios en el horizonte, el desánimo entre las plantillas, el desacuerdo sobre los planes estratégicos para afrontar el futuro, y la desconfianza de empleados en los líderes y muñidores de ambos ajustes y operaciones, deja como única conclusión que aún quedan por delante meses de parálisis e incertidumbre, y todas las miradas estarán puestas en si alguien salía ganando con la dilatación de este panorama.