Airbnb, la web de alojamientos privados con presencia en 192 países y más de 19.000 ciudades, ha abierto una vía para la evolución de su negocio inicial. La propuesta inicial de los impulsores de esta compañía era la de facilitar el contacto entre propietarios de casas o habitaciones y posibles huéspedes para estancias de diversa duración. Ahora la plataforma se utiliza también para vender servicios complementarios a las estancias.
En un artículo de Tnooz, la publicación especializada recuerda el lanzamiento de utilidades de valor añadido en Airbnb, tales como sus Wish Lists y la reciente funcionalidad Vecindarios, que no supusieron cambios estructurales respecto al modelo original. Pero ahora se ha constatado que los miembros de la web la utilizan para vender servicios ajenos al alojamiento.
Cualquier anfitrión puede convertirse en un guía turístico, y vender este servicio, tanto de manera directa a un miembro de la comunidad que se aloje en su propiedad, como actuando como intermediario para los proveedores de actividades en un destino.
La respuesta oficial de Airbnb a Tnooz reza lo siguiente: “Desde nuestro lanzamiento hemos visto a la gente usar Airbnb de maneras muy diferentes y originales. Al tiempo que proveer a los anfitriones una plataforma para alquilar su espacio y a los viajeros una vía para reservarlos sigue siendo nuestra oferta core, no queremos desalentar nada que contribuya a crear viajes más significativos y mejores experiencias para nuestra comunidad”.
El digital recalca el jarro de agua fría que supone el paso de Airbnb, dado su volumen, para las incontables iniciativas personales de experiencias de viajes que han salido a la luz en los últimos años. Además, señala las implicaciones que la actuación de la plataforma como base para un nuevo tipo de intermediarios de tours o proveedores de actividades propias puede tener de cara a los reguladores de la actividad y la protección de los consumidores.
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