En 2009 se concluyó la perforación del túnel del tren de alta velocidad que debería unir Asturias con el resto de España, que permite evitar el laberinto de Pajares. Hoy, cuatro años después, el túnel no sólo no se ha abierto al uso sino que no hay fecha para ello, pese a que se han tenido que gastar más de 250 millones de euros en trabajos complementarios para su aislamiento. La obra ha sido un fracaso, como revelan los medios de comunicación.
¿Por qué ha sucedido esto? En primera instancia, por supuesto, porque ha habido filtraciones de agua. ¿Cómo es que no se había estudiado la composición geológica del terreno, tal como indican los ingenieros? Porque había prisa por llevar a cabo la obra. ¿De dónde venía la prisa? De la política. Unos acusan al entonces ministro de Fomento, Alvarez Cascos, de querer llevar a cabo una obra fuera como fuera y otros afirman que el Gobierno de Zapatero no adoptó ninguna decisión de rectificación de los problemas por temor a que le acusaran de no cumplir sus compromisos políticos.
Es decir, la política ha arruinado un proyecto, más allá de otras consideraciones. ¿Por qué ocurre esto? Porque los ciudadanos no quieren entender de nada más que de promesas cumplidas, obras inauguradas, políticos generosos con los ciudadanos. Y nada es así. Una obra es un proyecto complejo que tendría que venir avalada por informes técnicos independientes que la aconsejen tanto desde el punto de vista técnico como económico. Por eso, Adif y Renfe deberían contar con estructuras funcionariales independientes de los políticos que fueran capaces de dictaminar técnica y económicamente qué obras hacer. Y los ciudadanos, informados detalladamente de los costes ambientales y económicos que se derivarán, aprobar o no el proyecto.
Pero nada es así. Aquí el mensaje se simplifica en una idea tan ridícula como “¿Ama este o aquel político a esta tierra tanto como para construir la obra que nos merecemos?”. Todo lo demás, sea técnico o económico, nos sobra. Ni hay dinero, ni hay tecnología, ni hay otras consideraciones. Tenemos el derecho fundamental al tren de alta velocidad, sí o sí. Y todo lo demás son monsergas.
Para NADA que se invierte en Asturias, sale mal.
Por qué el comentarista, no habla de todos los políticos andaluces que han beneficiado a su tierra de origen-olvidamos los costos-entre lo real y lo robado- del AVE a Sevilla, si o sí o de lo que, tambíen politicos, han beneficiado a otras comunidades, sí o también sí?
Y siempre con el "y tu mas......" pero todos lo hacen fatal.