Aena, incapaz de bajar tasas en Madrid por disputa política

El aeropuerto de Madrid no podrá bajar las tasas aéreas que aplica a los aviones que aterrizan allí, porque en la última sesión plenaria del Congreso de los Diputados no se pudo aprobar una modificación en este sentido. La razón por la que esta rebaja no salió adelante es que era necesaria la unanimidad de los diputados, para evitar un trámite adicional en el Senado. Como los diputados de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) manifestaron que no pensaban votar este asunto, porque no querían “sacar las castañas del fuego al PP”, dado que es un partido que “boicotea a Cataluña”, el asunto quedó aparcado hasta entrado el año que viene.

La cuestión política en relación con el voto de ERC será comentada con amplitud en los entornos políticos, por lo que me abstendré. Pero este incidente sí me parece absolutamente revelador de cómo jamás nuestros aeropuertos van a poder funcionar bien, van a ser competitivos, van a atraer líneas aéreas.

Aena, el organismo que gestiona los aeropuertos de este país requiere de que el Congreso de los Diputados apruebe sus tarifas. ¿Se puede competir en el mundo del transporte con tarifas que tienen que aprobar los partidos políticos, siguiendo criterios ideológicos? ¿Es posible sentarse a negociar con una aerolínea para que instale en España un hub que conecte sus vuelos con Latinoamérica, por ejemplo? ¿Un O'Leary, por ejemplo, no debería ir al Congreso de los Diputados, en lugar de a la sede de Aena, a exponer sus proyectos, para que 'sus señorías' le otorguen el apoyo necesario para adaptar las tarifas a sus peticiones?

Obviamente, no existe ningún otro país del mundo, incluso puede que ni siquiera Venezuela, donde una red de aeropuertos dependa de los políticos a este nivel surrealista. En Europa, hace pocas semanas, el aeropuerto de Manchester, que ahora es propietario del de Stansted, se sentó a negociar un plan a largo plazo con Ryanair, para incentivarla a ampliar sus operaciones en la terminal londinense. ¿Se imagina alguien que esas tarifas, que lógicamente han de ser más atractivas que las de Gatwick, su rival, tengan ahora que pasar por el Parlamento británico?

La cuestión tiene más miga porque Stansted compite con Luton, también en Londres, que es propiedad de Aena. Al parecer, las tarifas del aeropuerto de Luton no se aprueban por los diputados españoles, aunque, vean la ridiculez, Aena puede perder tanto dinero en Luton como en Madrid. Pero allí no tenemos competencias y por lo tanto las cosas se hacen de otra manera.

Aquí la cuestión tiene que ver con una mentalidad caduca, obsoleta y desfasada. Hace ya años que el mundo comercial ha dejado de lado la idea de precios fijos, para adaptarse a la realidad: precios más altos cuando la demanda es más fuerte y precios más bajos cuando la demanda es menor. Por ejemplo: si un aeropuerto está desbordado de demanda, los precios pueden subir, pero si ocurre lo contrario, es conveniente que bajen, para incentivar la operativa. Esto es espectacularmente evidente en los aeropuertos de temporada. ¿Cómo se puede admitir que un aeropuerto como el de Málaga, el de Alicante o el de Mallorca, tengan las mismas tarifas en verano que en invierno?

Esta mentalidad de precios flexibles, de acuerdo a la oferta y la demanda, está totalmente instalada en el mundo de la hostelería y del turismo. Hace unos días me alojé en un fantástico hotel sevillano que tenía la lista de precios aprobada y sellada por la consejería correspondiente, por unos 300 euros la noche, pagando sólo 60. Es la ley del mercado. Es como funcionan las líneas aéreas, es como funcionan los trenes en el mundo (en Renfe las cosas no son tan claras), es como se hacen las negociaciones hoteleras. Es como es el turismo.

Pero en España nos sigue fascinando poner un papelito que diga “tarifas oficiales”. Y que las tarifas, como vemos, estén en el Boletín Oficial. No hay nada como ser un país que ama las leyes.

Mientras nosotros hacemos estas estupideces impropias de gente seria, Amsterdam, Frankfurt, Charles de Gaulle y Heathrow siguen en su guerra por el liderazgo europeo de la aviación. Pero esto de la competencia es para ellos; esto de dar más servicios por menos es asunto ajeno; esto de buscar optimizar el rendimiento es para otros. Nosotros seguimos leyendo el BOE.