Escarbando, escarbando, la Justicia parece que ha llegado a la conclusión de que al menos en Andalucíala formación de nuestros trabajadores era, en términos generales,un pretexto para financiar a diversas organizaciones, sobre todo a los sindicatos.
Sólo con escuchar los comentarios dequienes tienen que ver con este entorno, se puede adivinar que estefenómeno no es sólo andaluz, sino que está extendido por todo el país y que también era un instrumento de financiación de las patronales. Al parecer, aquello servía para muchas cosas menos para formar a trabajadores, aunque por supuesto, alguno siempre se hacolado.
La cuestión tiene que ver con el turismo porque esta es una de las carencias más clamorosas de estesector. Una carencia que, tras la crisis, se ha acentuado. Me refiero, fundamentalmente, al turismo receptivo, al de los hoteles y su oferta complementaria, que son intensivas en mano de obra de cualificación media y baja.
El problema que supone la cuadratura del círculo es cómo mantener el nivel de rotación a veces altísimo de las plantillas con un nivel de formación aceptable para que el servicio no se resienta. Esto está siendo especialmente grave en estos momentos: tras la crisis, muchos establecimientos hoteleros y mucha oferta complementaria, fundamentalmente de la restauración, aspiran a tener costes más bajos, lo cual lleva a cambiarplantillas, lo cual a su vez conduce a tener trabajadores sin formación o con formación más deficiente.
Esto pone sobre la mesa variascuestiones que son centrales en nuestra economía. En primer lugar, y fundamental, los mecanismos de funcionamiento de la formación. La formación no puede estar en manos ni de los sindicatos ni de las patronales. Estas no son organizaciones que se tengan que dedicar a esta función, por mucho que aduzcan que a ellos les preocupa este asunto. No, lo que les preocupa es el dinero asociado a la formación. Los sindicatos y las patronales existen para representar socialmente a trabajadores y empresarios, no para impartir cursos. Los cursos deben quedar para los profesionales, para quienes saben de qué va este campo. En muchas regiones españolas existía una red de academias que, inocentes, celebraron la entrada de España en la Unión Europea porque eso iba a darles recursos para su trabajo. Pero ocurrió lo contrario. Ese chorro de dinero fue a regar a patronales y sindicatos que terminaron por arruinar su negocio, por echarlos del mercado.
En segundo lugar, los mecanismos de control, intensos, han demostrado no ser obstáculo para nuestra picaresca. Cada curso va acompañado de un expediente voluminoso que, evidentemente, estaba amañado, demostrando la ineficacia delcontrol.
El problema de la formación esespecialmente importante en los niveles bajos del escalafón laboral. Allí donde lo que se requiere no es excesivamente complejo yentonces cualquiera cree que con unas horas ya sabe lo suficiente. Esto, absolutamente frecuente en el turismo, tiene graves riesgos para nuestra economía, para nuestro futuro, para la imagen general del país.
Lamentablemente, nuestro empresariado (y por extensión todos nosotros) tenemos bien pocos problemas paraque los trabajadores se vayan formando mientras atienden a los clientes, mientras experimentan con ellos. Las cocinas y los comedores de hoteles y restaurantes suelen asemejarse a academias, donde los clientes son conejillos de indias con los que se experimenta. En la oferta media y media baja que domina nuestro perfil de turismo vacacional, esta situación casi es una constante. Todo esto, encima, se agrava con la movilidad derivada de la crisis económica a la que estamos abocados.
El conjunto, pues, es un escenario preocupante que debería ser corregido. Es necesario que se creen mecanismos trasparentes para conocer la formación de los trabajadores; es urgente que acabe la intervención de los sindicatosy patronales en este terreno, y que sean los profesionales quienes se encarguen de la formación. Es fundamental que sea el trabajador quien decida qué formación tendrá en qué áreas y que disponga delas ayudas para recibirla, pero que pueda ser exigente con lo que se le imparte. Es importante que existan controles, virtualmente desaparecidos, sobre la cualificación profesional de quienes trabajan en ciertas áreas de la hostelería, incluso cuando los precios son bajos.
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