Estos últimos años el slogan de Malasia en las Ferias de Turismo ha sido “Malaysia Truly Asia”. En verdad, Malasia es un gran exponente de la Asia real, de su tradición histórica, de su herencia cultural y de su pujanza actual. Diría que más que Asia, Malasia son muchas “asias” por su gran diversidad. Allí viven en armonía malayos de raza malai, india, china, caucásica y decenas de tribus en regiones remotas. Practican, también en paz y respeto, el islamismo, el cristianismo, el hinduismo, taoísmo y religiones animistas. Todo en un país de gran belleza natural.
En pocos meses, Malasia y su aerolínea Malaysian Airlines han sufrido dos desastres que han conmocionado al mundo. Primero el vuelo MH370, de Kuala Lumpur a Pekín desapareció entre Malasia y Vietnam sin que hasta hoy se sepa nada e su paradero, en uno de los mayores enigmas de la aviación moderna. La semana pasada el vuelo MH17 de Amsterdam a KL fue derribado por un misil sobre Ucrania.
Habré estado en Malasia por lo menos 40 veces, por trabajo y por placer. Kuala Lumpur, a la que los locales gustan de llamar KL es una metrópolis fascinente, con sus imponentes Torres Petronas, su Plaza de la Independencia y su Gran Mezquita. Malaca, en donde estuvo un tiempo enterrado nuestro San Francisco Javier, es una preciosa ciudad, cuna de la cultura Nonya o Peranakan, fusión de lo malai y lo chino, y parte de las ciudades de los estrechos (Straits) por los que navegó y siguen navegando los mercantes de medio mundo. Como ciudad de los Estrechos es Penang, al Norte, de alma china y volcada al mar, con una de las más famosas gastronomías de Asia. En la Isla de Borneo, la tercera de más tamaño del mundo, tras Australia y Groenlandia, se erige el mítico monte Kinabalu y es patria, entre otros del Orang Után, el simio hombre y de decenas de tribus, como los Marito, los Kalabit-Lun o las famosos Iban que antaño se dedicaban al temible y terrible arte de reducir cabezas.
Esperemos que un gran país como Malasia, poco conocido en España pero uno de los principales destinos turísticos mundiales, se recupere pronto de sus recientes tragedias. Mientras tanto, nos queda rezar por las víctimas y, los que podamos, visitarlos. Yo pienso hacerlo en cuanto pueda o deba, tal vez en septiembre, y les invito a ustedes a que lo hagan si visitan Asia. Les encantará.
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