Este país está viviendo aún una de las crisis más graves que se recuerdan; crisis que no sólo afecta a la economía sino también a su sistema político, especialmente a la credibilidad de las capas (castas) dirigentes. Uno pensaba que, a raíz de todo esto, algunas prácticas empezarían a cambiar; que aquello de inaugurar cualquier cosa se lo pensarían dos veces, como si creyeran que los ciudadanos no somos tan tontos de tragarlo todo.
Pero no. Estamos como estábamos. Esta semana, la ministra de Fomento inauguró en Barcelona el centro comercial del aeropuerto. La obra es simple: más tiendas en el mismo aeropuerto. ¿Qué servicios adicionales proporciona eso al ciudadano? Ninguno, pero allí teníamos a una ministra inaugurando, sonriendo para la foto, atenta a la televisión, mostrándose simpática.
Uno puede entender que, para reducir las pérdidas de Aena, resultado de la mala gestión y de la proliferación de aeropuertos, tengamos que embarcar en los aviones mientras una chica te hace degustar un jamón, otra te ofrece una colonia y un cartel chillón te vende whisky a precio de ganga. Pero lo que no se puede entender es que encima nos hagan de esto una inauguración, como si se trata de un servicio demandado por los ciudadanos y que el Gobierno nos proporciona. No, nada de eso: la apabullante comercialización de los aeropuertos es una forma de paliar el caos de gestión habido hasta ahora y de ofrecerle a los nuevos propietarios suculentas rentabilidades. O sea, un incordio que no interesa a nadie salvo al Gobierno y a la dirección de Aena.
Eso es lo que vimos este lunes en Barcelona. (Dejaremos para otra ocasión la cuestión de la lanzadera ferroviaria con el centro de la ciudad, prometida en el mismo acto de este lunes).
Te hacen quitar el cinturón, sacar el portátil de tu maleta de mano, quitarte los zapatos, te retiran un zumo, etc. para luego acceder a un área donde puedes comprar una botella de alcohol y accedes con total impunidad al avión. ¿ A nadie se le ha ocurrido que se puede hacer un coctel molotov dentro del avión ? Pero todo es un negocio, empezando por los absurdos controles de " seguridad " de los que ya estoy más que harto cuando viajo.
Siguiendo y ratificando todas las palabras de Javier González agrego como sumatoria de las incongruencias en los controles de seguridad, que la mayoría del retiro del calzado en los pasajeros se le exige a las mujeres -en similares condiciones de cobertura del pie- y además el duty free shop te vende alegremente la famosa navaja multiusos VICTORINOX, mientras en tu bolso de mano no puedes cargar unas pequeñas tijeras para cortarte las uñas de los pies...
http://elpais.com/elpais/2009/03/05/actualidad/1236244619_850215.html