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Azotar a los hoteleros en Baleares es un deporte lleno de seguidores. No, no son sólo los dirigentes de Podemos, sino que lo hace toda la izquierda y buena parte de la derecha. ¿Estos tíos han triunfado? Pues algo malo habrán hecho. Por lo tanto, palo.

El último episodio lo protagoniza un periódico que publica una noticia insólita que señala que el sector de la construcción acusa a los hoteleros de ahogarlos económicamente con las obras de remodelación de hoteles. Los constructores, dice la noticia, se sienten violentados porque los precios que los hoteleros están dispuestos a pagar son inferiores a los aceptables en el mercado. La historia pretende que nos compadezcamos de los pobres constructores, agredidos por los hoteleros, en otra muestra más de que el gasto que hacen en la remodelación de la planta de alojamientos es, en realidad, un acto de explotación.

Para cualquier persona sensata, toda la historia es para echarse a reír. ¿Desde cuándo un empresario paga un euro más de lo que puede pagar? ¿Desde cuándo un constructor acepta hacer una obra por menos de lo que necesita para trabajar? ¿Qué precios se aplicaban en las obras cuando no se encontraba un albañil disponible a cien kilómetros a la redonda? Este es y ha sido siempre un juego de oferta y demanda y todo el mundo es libre de no trabajar si no lo desea.

La historia aquí no tiene que ver con los constructores, sino que se trata de dar palo al hotelero. ¿Os habíais pensado que la reforma de hoteles era positiva para la economía y para el empleo? No, claro. Es negativa, porque los muy pillos no pagan lo que deberían, sino que negocian a la baja. ¿Os pensabais que con esto se crea empleo? No, porque no se puede pagar a los empleados.

En cambio, si pagaran bien, los constructores hubieran pagado bien a sus trabajadores (no se les hubiera ocurrido aprovechar que hay tanto paro para congelar salarios), y todos seríamos felices.