Cuando una empresa va mal –en términos relativos, comparada con sus rivales– la culpa siempre es de quien está en la cúpula. De él o de ella dependen los nombramientos, la motivación, la determinación de los objetivos, la cultura que se aplica, la velocidad en la reacción. Cuando una empresa va bien, lógicamente, el mérito también es de quien está al frente, de quien ha sabido arrastrar tras suyo una dinámica positiva.
El caso de “B, the travel brand”, la antigua Barceló Viajes, es un ejemplo de libro. Gabriel Subías, que había demostrado su incalculable valía al frente del emisor del grupo Fluxà (Iberojet, fundamentalmente), ha llegado al emisor rival, que no iba mal, pero al que le faltaba un poco de chispa, y ha descollado. Hoy es el producto puntero, innovador, el que marca la pauta, el que fija el camino, el que se ha convertido en tendencia.
Ese trabajo, por supuesto, se debe a mucha gente, pero el mérito principal es –además de quien lo ha nombrado para el cargo– de quien dirige el conglomerado de empresas, de quien fija el camino, de quien está liderando el proyecto. No está de más reconocerlo, pese a que sobran evidencias y de que cualquiera que entienda de turismo emisor ya lo tiene detectado.
Con éste argumento quizás el Sr.Gabriel Subías podría decirnos
de quién fué la culpa del quebranto de Iberojet y del grupo Orizonia