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EDICIÓN ESPAÑA

Periscopio... turístico

¡Ojo!, ¡hay mucho turista prestado!


Ministerio de Turismo: es el momento y la ocasión

graciano-palomo-turismoContemplamos con fruición, que digo, con gran fruición, los dígitos que nos avanza la temporada turística como la más importante de la historia en términos absolutos y aún en términos relativos.

 

¡Albricias! Al menos hay algo que funciona como un reloj en la España de los vetos, sanbenitos, y en la sinrazón de los dirigentes políticos. Pero quisiera recordar a empleadores y empleados del Sector que las reformas y los cambios hay que hacerlos precisamente en tiempos de bonanza para cuando lleguen –que llegarán con precisión cíclica-- las vacas flacas como en el antiguo Egipto.

 

Los récords históricos que acabarán por batirse en la presente temporada es algo cuantificable, sin duda, exitoso, quién lo duda, pero el análisis hay que hacerlo en frio y con alto voltaje matemático. Para no caer en los errores de antaño.

 

Esos récords en número de turistas y visitantes tiene un argumento a no despreciar: los “tsunamis” de todo tipo y condición que sacuden a los principales competidores de la industria turística españoles: la quiebra de países ribereños, la inestabilidad política en el Magreb, la convulsión terrorista casi a diario en Turquía y la inseguridad publicitada –por real- de otros destinos “a priori” más baratos que los españoles. ¡Ojo al dato!

 

LAS REFORMAS

 

Junto al dato macro y esperanzador del aumento del número de personas que escogen España para disfrutar de sus ansías de ocio, descanso y cultura aparece el otro de que esos mismos gastan menos que anteriormente. Supongo que la base de ello estriba en la crisis económica que ha golpeado a todos aunque desigualmente.

 

Pero es también cuestión de márketing y de hacer algo elemental: el buen paño en el arca ya no se vende. Si algunos días no hay sol hay que preparar alternativas de viajes diarios, excursiones cortas, venta de la cultura y gastronomía capítulos en los que este país no está precisamente escaso. Mover el braserillo y darle a la imaginación para que a precios justos los ponen rumbo a la vieja Iberia no se queden jugando al parchís.

 

¿Qué hay que adecuar las estructuras financieras, los ajustes fiscales, la promoción exterior e interior? ¡Claro! Si son los poderes públicos los que pertinazmente se sitúan como barrera habrá que hacerles ver que el barco es de todos y a todos, por ende, les corresponde remar en una misma dirección.

 

La pasada primavera pude ver como mis propios ojos que se comerán la tierra como en la meseta segoviana se dieron cita por cinco días cicloturistas holandeses, belgas, suecos y daneses. Que con sus limpias bicicletas disfrutaron como postulantes de los paisajes y monumentos, de las viandas y de la incomparable historia de nuestro país. Turismo caro que deja buenos denarios a los emprendedores y crea valor añadido.

 

PROMOCIÓN

 

Nadie ama lo que no conoce. La perogrullada tiene su aquel. Convenimos en artículos anteriores que hay que buscar al cliente, sobre todo, aquel que no persigue ansiosamente despanzurrarse al sol y convertirse en un cangrejo. No estoy despreciando en absoluto esos millones de visitantes que desde hace muchas décadas han convertido España en la primera potencia relativa del mundo. Digo que hay que sumar más a más.

 

Llegados a este punto y a estas alturas de la historia parece evidente que hay que salir a traer por los cuartos los congresos masivos de profesionales de distintos segmentos, organizar partidas “weekend” bajo la bandera del enoturismo, vender los aquelarres artístico, que aquí nunca faltan, y un largo etcétera todavía por explotar industrialmente.

 

Esa promoción, con los precios existentes en el mercado mediático internacional, corresponde por derecho propio y por obligación necesaria al Estado, esto es, al gobierno de la Nación. Y, luego, que cada cual territorio compita con el otro por llevarse el gato al hotel.

 

Profesionales de los distintos subsectores que podrían emprender acciones masivas en los mercados exteriores hay muchos y muy solventes. Se necesitan operadores aéreos, hoteleros convincentes, guías expertos, cocineros ex profeso. Resumiendo: un sinfín de industrias optimizadas en una sola.

 

No otra cosa es la “Marca España” que existe en su denominación oficial pero difícilmente se sustancia en hechos reales. Porque los hechos reales no los suelen protagonizar los mamandúrricos que abrevan en los Presupuestos Generales si no en las manos de la iniciativa privada que es al final quien se juega sus propios cuartos.

 

La ocasión la pintan calva y esta lo es. Porque hay bonanza sectorial; porque las coyunturas favorables desaparecen y porque hay un modelo que sin estar ni agotado ni caduco abre las puertas y ventanas a otras posibilidades, incluso, socialmente mejor vistas.

 

Como el Rey su Corona, el cliente hay que esculpirlo para la causa día a día, circunstancia a circunstancia, beso a beso.


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    Moderado
    8 años

    Si bien es cierto que pasamos por una época de bonanza no puedo estar de acuerdo en pretender seguir creciendo en volumen, en vuelos, en visitantes si no más bien orientar el crecimiento del rendimiento del turismo de una forma cualitativa, con más gasto y precios medios mejores. Los recursos son limitados y en muchos destinos no queremos casos como los de Venecia o Barcelona.

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