Faltan pocos días para que se cumpla el primer aniversario desde que Acciona, la empresa constructora, entregara a las autoridades el Palacio de Congresos de Palma, por entonces de Mallorca, hoy Palma a secas. Un año después, once años desde el inicio de las obras, los responsables del palacio aún no han sido capaces de conseguir las butacas para que pueda iniciar su funcionamiento.
La historia de las butacas es parte de la saga de un palacio que no termina de ponerse en marcha, fundamentalmente por la incapacidad de los gestores para desbloquear los problemas. El arquitecto, Patxi Mangado, cuando el palacio estaba prácticamente acabado, declaró que nunca había vivido una situación así, en la que los gestores no estaban preparados para saber qué se había construido y cómo funcionaba todo. Mangado declaraba a los medios que, por ejemplo en Pamplona, desde mucho antes de que se acabaran las obras, un equipo de gestores seguía las obras para conocer los detalles de lo que se hizo. En Palma, en cambio, nada de eso, lo cual lamentaba el arquitecto.
Pese al retraso interminable de las obras, cuando finalmente Acciona entregó el edificio a los gestores, estos no tenían las butacas para que los asistentes a los congresos se pudieran sentar y, de hecho, aún hoy siguen sin contar con ellas, debido a varios incidentes judiciales.
Es lo que hay.
De lo que falta hablar es acerca de los intereses de mucha gente en que la adjudicataria sea una en concreto porque las butacas están sobrevaloradas para que luego se pueda repartir dinero para todos. Demasiada corrupción.