Este jueves, el 60 por ciento de los vuelos de Alitalia se quedará en tierra. Tanto da que sean nacionales o internacionales. Los sindicatos han convocado una huelga para el 23 de febrero, que mete más presión al enfermo agonizante.
La razón de la huelga es la falta de acuerdo en las negociaciones entre la empresa y los trabajadores en torno a los fuertes recortes de plantilla que pretende la dirección.
La huelga ha sido convocada por una variedad de sindicatos de diversas áreas de la compañía y se solapan entre sí. A la hora que no trabajan unos, sí lo hacen los otros y viceversa. Conclusión: que si tiene un vuelo para el 23, piense en cambiar la fecha porque será un suplicio.
Apenas se supo del paro, la compañía comenzó a recolocar viajeros en otros vuelos, con la esperanza de minimizar las cancelaciones, inevitables en estos casos.
Las huelgas son el resultado de la propuesta de la compañía para despedir una parte de la plantilla. La empresa tiene dinero en caja hasta finales de marzo, por lo que las negociaciones empiezan a ir contra reloj.
El director general de la empresa, Cramer Ball, ha declarado que los próximos dos meses son trascendentales para la compañía, que aún conserva una participación pública en su capital, aparte de que cae dentro de una figura jurídica que es la de negocio estratégico, que permite al gobierno intervenciones excepcionales.
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Éste acababa con la huelga en media hora.
De hecho, desde que el PSOE le colocó en la Audiencia Nacional, sin oposición, claro, sino por medio del sistema de turnos, (asegurándose así la sumisión del poder judicial al político que le coloca), ha fallado una y otra vez contra los trabajadores de cualquier empresario protegido por sus patrocinadores, sin que nunca le haya importado producir sentencias ridículas que son anuladas posteriormente vía recurso. Recurso que llega tarde para tener algún efecto práctico, claro.
Triste papel el del "juez" que lo es sin merecerlo, y que se debe al servicio del señorito que le colocó.