Una de las ventajas de la globalización (también conlleva inconvenientes) es que ya no hay puertas al campo y el planeta se ha convertido en una serie de rincones intercomunicados.
Causa furor en las Redes el que podríamos denominar como “ejemplo Angiolillo”, un agente de viajes italiano que fideliza a sus clientes llevándoles al cine o invitándoles a restaurantes. De lo que se trata, en definitiva, es que el cliente se siente importante y que concluya que el dinero que abona al intermediario está a buen recaudo.
Tampoco hace falta ser un imaginativo transalpino para llevar a cabo tan encomiable empeño. Lo más novedoso es que se aplique al Sector Turístico porque en el resto de las actividades comerciales de todo tipo se lleva mucho tiempo experimentando con desiguales resultados, todo sea dicho.
España tiene ante sí un reto maravilloso: convertir la morterada de millones de turistas que cada ejercicio deciden pasar sus días de ocio en el sur de Europa en algo más glamouroso, rentable y sostenible a largo plazo. Países hay muchos; lugares extraordinarios está repleto el mundo que conocemos. Pero esa bendición que supone ser un país agraciado por su clima, sus playas, su historia, sus monumentos, gastronomía y afabilidad de sus gentes o se riega o se pierde. Así de claro.
He escrito aquí en infinidad de ocasiones que las plantas o se riegan o se mueren. El turismo es el árbol del pan para nuestro país. Y si intentamos transformar una realidad fehaciente y esplendorosa -¡qué lo es!- no podemos quedarnos a tocar la cítara.
Para elevar la categoría en el gasto de los visitantes se hacen necesarias otras cosas, amén de lo que ya existe. Se hace necesario penetrar en las necesidades del “nuevo turismo” para darle satisfacción. Personalizar la oferta hasta extremos de nombre y apellidos. Es en el fondo lo que está intentado hacer en Italia el referido Fabio Angiolillo con su pequeña industria.
Alguien me argumentará de inmediato que eso lo llevan haciendo hace tiempo algunos de nuestros próceres del Sector; y es verdad. Luis Mata, por ejemplo, en su nuevo destino de Viajes El Corte Inglés, lo hace con invitaciones a pases privados del Rey León. O Halcón Viajes desde tiempo inmemorial.
Pero lo que yo intento por todos los medios desde este rincón digital es excitar la iniciativa y la imaginación de nuestros mejores lideres empresariales y ejecutivos.
LO DE BALEARES: LA ZORRA Y LAS UVAS
He leído que los responsables del Turismo en Baleares están “muy entusiasmados” con la idea de que durante el verano dejarán de llegar a las Islas un sinfín de turistas germanos. Con la esperanza, dicen, de que retornen en invierno y en el resto de las estaciones bajas.
¡Largo me lo fíáis, señores pitiusos! Un turista es algo muy sutil, tan delgada como la voluntad de pasar lo mejor de un año en un lugar u otro. En ocasiones por una mera cuestión de “sentimiento”. En ello los italianos son unos consumados maestros.
El pueblo ha elegido a esos representantes y administradores de la cosa pública en las queridas y entrañables islas Baleares. Supongo que sabe lo que hacen. Y si lo ignoran el propio pueblo se lo demandará.
La apuesta, en cualquier caso, me parece enormemente arriesgada. Porque al fin y a la postre cuando vas a por uvas puedes salir vendimiado.
Lo que me parece es que ante una cosa tan serio como es el monocultivo de unas de las comunidades más ricas y emergentes de Europa gracias al turismo no se puede jugar a la ruleta, aunque ella conlleve la marca de “made in Germany”. O precisamente por eso.
Últimamente se pondría tener la sensación de que se juega con demasiada alegría con las cosas de comer que, al fin y al cabo, no dejan de ser patrimonio del alma y el alma solo es del pueblo. Al que hay que servir en verano, invierno y primavera.
En esas Islas están ocurriendo últimamente cosas tan raras que cualquier quilombón es posible.
Le sigo mucho en sus artículos señor Palomo, tanto aquí como en ElConfidencial Esta usted en muy buena forma.
Como no "reguemos"...., mal vamos.qué lástima de que los políticos no se interesan por el turismo,al menos es lo que parece con los comentarios y decisiones que toman.
Sr. Palomo,siga insistiendo.
Gracias