En las estanterías de todas las consejerías de Turismo de todas las autonomías de España hay un plan estratégico para el desarrollo del turismo de la región. Si un día los consejeros se sentaran con sus colegas descubrirían que las consultoras les han vendido los mismos planes, porque total nunca nadie los lee y mucho menos pone en marcha. Por supuesto, el Gobierno central también hace el suyo cada cuatro años porque no existe ni un ministro que se moleste no ya en aplicar el plan de su antecesor, sino que siquiera lea lo que estaba planeado. ¿Se imaginan que alguien dijera “Nadal ha desarrollado el Plan Soria”? No, jamás. Los planes estratégicos en España tienen exclusivamente dos funciones: ser pagados y ser presentados al superior. Jamás son aplicados, jamás son puestos en marcha. Por eso, las consultoras ofrecen planes que hasta pueden potenciar el turismo inuit, que tanto da.
Ahora, el ministerio de Industria –donde está Turismo– va a presentar su propio plan estratégico. Si fuéramos prácticos no preguntaríamos qué dice sino de qué color son las tapas, porque eso, decorar, es para lo único que servirá. ¿Por qué España no aplicará jamás un plan estratégico de turismo? Simplemente porque el Gobierno central no tiene las competencias para desarrollarlo y cada una de las 17 autonomías rema para su lado, frecuentemente en sentido contrario a las demás. ¿Es que alguien se imagina que Cataluña pueda compartir una coma del plan que termine por presentar el ministro Nadal, aunque fuera el más sensato del mundo?
Así, pues, el nuevo ministro presentará otro plan, como ya hiciera el ministro Soria, el cual provocará una excelente rueda de prensa, despertará elogios de muchos y acabará, como todos los demás planes, en la estantería. Mientras tanto, el turismo seguirá yendo muy bien debido a que los grupos radicales islámicos siguen siendo violentos. Algo que jamás previeron las consultoras que han diseñado estas sutiles estrategias que normalmente llevan el nombre del futuro, sea 2020, 2030 o, puede que incluso 2050.
¡Muy acertado su artículo "Otro libro para la estantería"!
Desde que las transferencias autonómicas arrebataron el BOE de las manos del Ministerio de Turismo, los restos que quedan de éste se han dedicado: (1) a hacer grandes planes (Futures, PICTE, 2020, PNIT y el que venga), más destinados al mercadeo político que a su ejecución (que como Vd. indica, es imposible por falta de competencias) y (2) a lanzar líneas de financiación, también más orientadas al politiqueo, que a una renovación de nuestra oferta turística. La última de ella, los préstamos Emprendetur, un desastre sin paliativos con fallidos que llegarán al 80% si Dios no lo remedia.
Y mientras tanto, los problemas se acumulan (obsolescencia de la oferta y destinos; economía colaborativa, etc) o terminarán por llegar (cuando se acabe la crisis de los competidores del Mediterráneo oriental y meridional) y nadie se ha ocupado de trabajar codo con codo con las CCAA en prever los problemas y consensuar soluciones antes de que estalle la actual burbuja turística.
Como pasó con el inmobiliario, luego nos llevaremos las manos a la cabeza y surgirá el clamor de por qué no se anticipó lo que llegaría o podría llegar.