Hoy me encuentro a mi mismo, ante la incapacidad de un hombre para expresar en palabras sus sentimientos más profundos.
Nos ha dejado Pedro Meaurio, el amigo, el gran profesional que se enfrentaba a grandes batallas, y que tantos estamos en deuda con él, y con el se ha ido su amistad y su figura indiscutible. Ha sido un mazazo, terrible, porque a mi memoria vienen los tiempos de recorridos juntos. Se ha ido una persona única e irrepetible del transporte aéreo español, un hombre adelantado en su tiempo y un gran profesional.
No quiero añadir más porque, no quiero alcanzar la máxima de que los difuntos siempre son ensalzados.
Me van a permitir que le dedique pues estas letras, parafraseando a Cristina Rossetti.
“¿Va cuesta arriba todo este camino?
Hasta el mismo final.
¿Llevará la jornada el día entero?
Desde el alba a la noche, amigo mío.
¿Y ofrecerá en la noche un lugar de descanso?
Encontrarás un techo para las lentas, las oscuras horas.
¿Y si no puedo verlo entre tantas tinieblas?
Esa es posada que nadie pierde.
¿Hallaré otros viajeros cuando llegue la noche?
Aquellos que te fueron por delante.
¿Golpearé la aldaba, daré voces al verla?
No se trata de puerta que haga esperar a nadie.
Dolorido y cansado, ¿encontraré cobijo?
Allí estará el final de todos tus trabajos.
Todos los que buscamos, ¿tendremos allí lecho?
Si; todos los que lleguen encontrarán su cama.
Hasta siempre querido Pedro Meaurio
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