Las contradicciones de Ada Colau

Con cierto enfado, el sector del turismo ha reaccionado de forma muy crítica con la decisión de la alcaldesa de la ciudad de reducir el gasto en promoción turística. Ada Colau, como es conocido, ha venido adoptando una serie de medidas que, en general, pueden ser consideradas como hostiles al turismo, por lo que era de esperar que también esta decisión fuera vista con recelo.

Sin embargo, si somos coherentes, es bastante lógico que Barcelona reduzca el dinero gastado en la promoción del turismo, si por ello entendemos el gasto en captar más visitantes. Nunca antes la ciudad había tenido tantos viajeros, por lo que deberíamos concluir que la imagen internacional del destino está asentada y que no es necesario insistir en captar viajeros.

No sabemos la letra pequeña de lo que propone la alcaldesa, pero si su anuncio sólo significa reducir el gasto general, es aceptable. Otra cosa sería que los servicios municipales dedicados a informar al viajero también se vieran mermados. Barcelona, como cualquier otra ciudad de sus dimensiones, debe mantener un cauce de ayuda a los viajeros que llegan a la ciudad, sea por Twitter, por Internet o mediante instalaciones presenciales.

Siendo desproporcionado exigir que Barcelona siga gastando en promoción lo de siempre, también es verdad que quienes temen al ayuntamiento pueden justificar su postura: rara vez esta institución, desde que Colau ocupa el cargo, ha tenido interés en defender el turismo como lo que es, una fuente de riqueza de primer orden.