Todo el mundo, todo el tiempo nos cuenta la maravilla que es el turismo interior en España. Pero no debe ser para tanto. Según cuenta El Mundo de Valladolid, al menos veinte hoteles del entorno rural de la provincia se encuentran actualmente en venta, muchos de los cuales en edificios históricos singulares, lo que no habla precisamente maravillas del negocio que hacen los alojamientos de esa provincia.
Uno de los últimos casos es el de La Casona, una finca del municipio de Montealegre, que la propiedad ha devuelto a la Diputación, su propietaria, por incapacidad para rentabilizarlo. Pero ese es un caso. Hay muchos más, algunos porque los propietarios se jubilan, lo que en parte confirma el problema. En Medina del Campo se venden dos hoteles, al menos, uno de ellos destinado tradicionalmente a bodas, con una superficie de 4.000 metros construidos en una finca de 130 hectáreas y otro, La Mota, también de gran interés. Hasta se vende un hotel que antes era una fábrica de harinas, en Urueña, por apenas 150.000 euros, menos que un piso en muchas capitales de provincia. Se vende también el hotel de cuatro estrellas San Pelayo, en un edificio singular de 1.000 metros cuadrados y hoy abierto aún al público.
Hay además varios hoteles relativamente modernos, de tres estrellas, por precios en torno a los dos millones de euros. En Íscar, por jubilación, se vende el hotel Los Pinos, por 750.000 euros, con 58 habitaciones.
Con más discreción sobre los detalles, hay a la venta bastantes más hoteles, hasta superar las veintena. En la capital vallisoletana, en cambio, sólo han cerrado dos hoteles, el Marqués de la Ensenada –con escándalo por impago de nóminas– y el Foxá, aunque los demás se mantienen operando normalmente.
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