Muy cerca de Dubrovnik existe un lugar insólito. La bahía de Kupari no recibe las oleadas de turistas que cada día invaden la famosa ciudad vecina, todo lo contrario: se pueden contar con los dedos de la mano los extranjeros que se llegan hasta aquí, únicamente unas cuántas familias locales se acercan para disfrutar de sus aguas.
La bahía de Kupari es hoy una sombra de aquello que fue: allí quedan los restos de los edificios de un centro de vacaciones de lujo construido durante los años sesenta por el Mariscal Tito, líder de la Yugoslavia comunista. El Pelegrin, el Kupari, el Goricina I, el Goricina II, Grand y el Mladost son seis hoteles en primera línea de mar con un total de 2000 camas, además de un camping con capacidad para 4500 personas más. Todos formaban parte de un complejo turístico reservado inicialmente a una élite militar y sus familias., y hasta el mismísimo Tito tenía aquí una de sus casas de vacaciones.
En la década de los 80, coincidiendo con la apertura del propio país, Kupari se abrió a los turistas extranjeros y sus divisas. A pesar de que continuó siendo gestionado por el Ministerio de Defensa, la bahía pasó de ser un destino marcial a convertirse en un lugar de moda de la jet set occidental, donde se venía a lucir figura y a posar para las revistas del corazón. Al pertenecer a un país del este, este era un destino exótico para la época.
Cuando llegó la guerra a principio de la década de los 90, la bahía fue uno de los primeros objetivos de los serbios y el glamour de tiempos pasados se esfumó con las primeras bombas. El hotel más grande, el Kupari, fue devorado por las llamas de un incendio provocado uno de los bombardeos y de él solo queda su desnuda estructura. Hoy pueden visitarse, pero poco queda del lujo de antaño.
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