La nueva terminal 4 del aeropuerto Changi, de Singapur, es lo más avanzado del mundo no sólo en el uso de equipos electrónicos que permiten que la presencia humana sea mínima, sino que sobre todo explora cómo construir nuevos entornos que permitan convertir el aeropuerto en un lugar soportable, sufrible, en el que valga la pena estar.
Un estudio de arquitectura especializado en crear estos entornos es el responsable de áreas completamente insólitas, en las que las tiendas quedan bastante disimuladas y se vuelven menos hostiles.
Los instrumentos empleados para conseguir ese efecto van desde las ilusiones ópticas hasta el cine con significado cultural. Encima de la sala de control de seguridad, una gran pantalla de setenta metros muestra diferentes entornos, que supuestamente harán más llevaderas las colas para el control.
El aeropuerto acaba de inaugurarse, pero pronto veremos si el experimento funciona y si otros lo copian.
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