Crisis aéreas, prueba de salud

Ahora mismo, Avianca Brasil está en manos de los jueces. Avianca Brasil no es una aerolínea menor, dado que cuenta nada menos que con 55 aviones. Flybe, la aerolínea británica, con más de 70 aviones, está en venta y negociando con el grupo propietario de Iberia y con Virgin una salida de futuro. Exactamente ahora Fastjet, una aerolínea concebida por los europeos en Africa para revolucionar este negocio en ese continente, está preparándose para suspender su actividad si no recibe una inyección de dinero en el último momento. Tres crisis que se suman a un listado interminable de compañías que han caído en los últimos meses e, incluso, años (Otra aerolínea con problemas: Avianca Brasil suspende pagos).

¿Por qué ocurre todo esto? ¿Cuál es el motivo para tantos cierres y crisis?

No tengan duda alguna: es una cuestión natural en el mercado. Es una consecuencia inevitable de una durísima competencia por el dinero del cliente. Y es una dura lucha contra los operadores que están en mejores condiciones, que pueden presionar en el mercado. En realidad es una prueba de que el mercado funciona, que los malos caen y los buenos sobreviven.

Lo explicaré con un ejemplo concreto: usted hoy puede hacer ciertos viajes en Europa por 35 euros o por 10. El mismo viaje, con esos dos precios diferentes, por servicios comparables, entre los mismos aeropuertos. La compañía que cobra 35 euros está pasándolo fatal y probablemente no quiere ni pensar en bajar más sus precios. La otra está saneada. Tiene costes muy controlados y sabe que está poniendo presión en el mercado. Es la forma de comportarse de las empresas: aprovechar sus ventajas, hasta que alguien no aguante más.

Nada que deba sorprendernos. Es como tienen que ser las cosas. En otros sectores también hemos visto cómo muchas empresas cierran y otras irrumpen. Lo lógico en un mercado abierto. Algo por lo que hemos luchado porque esos precios bajos benefician al cliente.

Toda esta historia sólo tiene dos inconvenientes. Por un lado, que los pasajeros no están suficientemente protegidos, de forma que tal vez quien hoy pague esos 35 euros a una de las aerolíneas corre el peligro de perderlos, si es que esta entra en suspensión de pagos. El segundo problema, irresuelto, es el de los trabajadores que, pese a no tener responsabilidad alguna en la situación de su compañía, corren permanentemente el riesgo de quedarse en la calle.

Lo primero exige de una legislación que, a cambio de un canon adicional en los precios de los billetes, asegure el retorno de todos los viajeros a casa y no lleve a la gente a dormir en aeropuertos, perder dinero y protagonizar historias bastante lamentables. Lo segundo, lo de los trabajadores, tiene más dificultades en ser solucionado porque no es fácil garantizar a la fuerza laboral que no serán despedidos. Lo mejor que se puede hacer es agilizar el mercado para que pronto encuentren nuevos empleos, porque sigue habiendo pasajeros y, además, más que nunca.

Pero sobre todo no olvidemos que lo peor que nos puede ocurrir es que haya compañías para siempre. Eso es un síntoma de que las cosas no funcionan, de que no se innova.