El nombre es Hudson Yards, también conocido como “Giant Shawarma”, una gran escalera que no conduce a ningún lado. Esta obra del arquitecto londinense Thomas Heatherwick (que en realidad no es arquitecto, aunque su nivel de fama y prestigio le permiten obviar este detalle) se está convirtiendo en el atractivo más importante de Nueva York. Desde luego, aún no es el líder, pero va por ese camino. Mientras en la última semana de marzo, 70 mil turistas visitaron el invento, una nada que es un puro juego de diseño y nula utilidad, hoy estamos en los 50 mil turistas cada día del fin de semana, superando a muchos otros atractivos de la ciudad. Que no será que no tenga.
Una empresa que estudia los movimientos de los teléfonos móviles, ha demostrado que las visitas al Hudson Yards están siendo ya superiores a las que registra el World Trade Center, el Empire State Building o la famosa Grand Central Terminal de trenes del centro de Nueva York.
En realidad, Hudson Yards no es un monumento, es un barrio. Es un complejo urbanístico de grandes dimensiones que no visitaría nadie si no fuera por las extrañas escaleras, su reclamo más importante. El complejo va desde la calle 30 a la 34 y desde las avenidas 10 y 11. Es claramente visible desde el otro lado del río, por el túnel Lincoln.
Pero lo que mueve al turista es el edificio –o como se le quiera llamar-- de Heatherwick. Algunos consideran que se trata de una escultura, otros de un edificio. Tiene el equivalente a 15 pisos de altura, elevado para Europa, modesto en Nueva York, conocido localmente como “la escalera”. La obra arquitectónica de cobre tiene forma de espiral en zigzag, formada por 2.500 escalones.
Nadie lo llama Heatherwick , todos lo llamamos the Vessel , por lo menos los que vivimos en nueva York