Viajar en avión está a la orden del día y muchas son las anécdotas que pueden surgir en el aire, desde hacer un viaje trasatlántico solo con 10 pasajeros y que la tripulación se olvide de tí, hasta tener que aterrizar para dejar un cadáver y luego seguir tu recorrido. La revista Icon, de El País, ha preguntado a distintos viajeros sobre sus momentos más raros dentro de un avión y preferente.com destaca los más llamativos:
1. Viajar entre Filadelfia (EEUU) y Madrid solo con 10 pasajeros. Lo más raro de esta situación no es el hecho de que el avión vaya casi vacío, sino que la pasajera que lo relata señala que la tripulación les lanzó un mensaje inquietante y prácticamente se olvidó de ellos. “Nada más embarcar, una vez colocados en nuestros asientos, uno de los azafatos dijo por megafonía que si había algún pasajero que deseara abandonar el avión que por favor lo hiciera en ese momento (…). Una vez cerciorado de que nadie quería bajarse, el avión despegó y, como éramos cuatro gatos, los auxiliares de vuelo se cerraron la parte delantera del avión para echarse a dormir. Para más inri, llegamos a Madrid 45 minutos antes de lo previsto, sobre las cinco de la mañana, y todavía no habían entrado a trabajar los encargados de poner las rampas para salir del avión por lo que tuvimos que esperar una hora dentro estando ya en tierra”.
2. Un vuelo Madrid-México tuvo que aterrrizar de emergencia y en él viajaba una famosa "actriz Almodóvar". “Pasamos un malísimo rato. Gente con ataques de ansiedad, un desmayo… Pero al aterrizar acabamos siendo los mejores amigos de la actriz porque nos tuvieron miles de horas en el aeropuerto y yo conocía a su representante, que nos repartió lexatines a todos”, relata el pasajero.
3. El perrito que acompañaba a la pareja de ancianos y tenía asiento propio. A un pasajero le llamó mucho la atención que en un vuelo Roma-Madrid un perro viajara con sus dueños y ocupara exactamente el asiento de en medio. “En cuanto despegó el avión lo sacaron y le pusieron una especie de pañal para que no manchara. Estuvieron jugando con él, dándole agua y comida, durante todo el vuelo. Justo antes de despegar, se acercó un azafato y con cara descompuesta les preguntó qué hacían con un perro en la cabina. El señor respondió que era un 'porte emozionale' (o algo similar en italiano). Como si se lo hubiera prescrito algún médico. En el transportín llevaba pintado en letras grandes y blancas algo así como 'emozionale' o 'emozion”.
4. Encerrado en el baño. En un vuelo Madrid-Buenos Aires, una pasajera relata un momento estresante que contagió a todos los pasajeros y a la tripulación que fue cuando un niño se quedó encerrado en el baño. “Ni sus padres ni los miembros de la tripulación eran capaces de abrir la puerta. Salió hasta el copiloto a ver qué ocurría. Mientras tanto, en mitad del caos, el niño cada vez lloraba con más fuerza. Al final una azafata apareció con una caja de herramientas y entre varios lograron desmontar la puerta. Cuando el niño salió, todo el avión rompió en un aplauso épico. El crío seguía llorando, pero esta vez aliviado, en los brazos de su madre”.
5. Escala para dejar un muerto. Un vuelo entre Madrid y Buenos Aires tuvo que para en Gran Canaria para dejar a un psajero que había fallecido en pleno vuelo. Así lo relata uno de los pasajeros: “Primero preguntaron por la megafonía lo típico que se oye en las películas: '¿Hay algún médico entre los pasajeros?'. Más tarde, ya cuando se murió de un paro cardíaco, dejamos su cuerpo en Gran Canaria. Como nos desviamos de la ruta inicial para pasar por Gran Canaria, tuvimos que volver a recargar combustible porque si no, no llegábamos a Buenos Aires. Al final llegamos muy tarde y con un pasajero menos, que en paz descanse”.
6. Cuando el vecino es un actor de la serie ‘Perdidos’. A este pasajero no le impactó el hecho de viajar al lado de un famoso, el actor Jorge García, sino que este haya sido uno de los supervivientes del vuelo 815 de Oceanic de la serie Perdidos. “Tengo malas sensaciones con respecto a este vuelo”, escribiría el pasajero.
7. Cuando vuelves a vivir tras un atragantamiento. Una pasajera narra el mal momento que pasó su tío en un vuelo entre Madrid y México cuando se atragantó con un trozo de jamón “del bueno” pues casualmente viajó en primera clase. “Cuando vio que se mareaba por la falta de oxígeno, cogió un cuchillo (porque de esto hace mil años y tenían cubiertos de verdad en primera clase) para intentar hacerse una traqueotomía (...). Por fortuna, antes de que pudiera rajarse la garganta, una señora como de setenta años, le apartó tranquilamente la mano que se dirigía a apuñalar la garganta, le abrió la boca, le metió unas pinzas de depilar dentro y sacó la tira de jamón a medio masticar. Luego se volvió a su asiento y se pidió un copazo, mientras mi tío recuperaba la respiración y las azafatas respiraban también, aliviadísimas”.
Dios mejor que no me pase algunas de estas historias ya que viajó 2 o 3 veces al año