Un serio dolor de cabeza que tienen las compañías aéreas propietarias de los aviones B737Max es su mantenimiento. No es que no produzcan ni un euro, es que hay que cuidarlos porque un día se supone que volverán a volar. Ya Norwegian tuvo sus problemas para devolver los aviones que se quedaron en España a sus bases.
Ahora vemos exactamente lo contrario: Icelandair, otra de las víctimas, ha decidido enviar sus aviones a un lugar más cálido, porque no hay quien soporte el frío de Reykjavik sin sufrir efectos secundarios.
Para colmo de las paradojas, Icelandair ha decidido enviar sus cinco aviones Max (cuatro del modelo 8 y uno del 9) al aeropuerto francés de Toulouse, precisamente donde se encuentra la base principal de Airbus, el gran rival de Boeing.
Para volar, como ocurriera con los aviones de Norwegian, se necesitará un permiso especial de la agencia de seguridad europea.
El vuelo se hará en condiciones especiales, con los flaps de las alas despegados, aunque al mínimo, y también a menos velocidad y más baja altitud.
Icelandair asignó cuatro pilotos a esta tarea. El vuelo durará dos horas más que lo normal, dado que a más baja altura la resistencia del aire es mayor.
En todo el mundo se han venido aceptando operaciones de reposición de estos aviones a la espera de que el fabricante y las agencias de seguridad solucionen los problemas y permitan el retorno a la normalidad.
Icelandair es la primera aerolínea que llegó a un acuerdo financiero con Boeing para que esta indemnice los perjuicios causados por la paralización de la flota. La compañía ha dicho públicamente que el daño es de 140 millones de euros aunque no ha asegurado que esa sea la cantidad objeto de indemnización (La FAA ordena inspeccionar aviones 737 NG por la presencia de grietas).
Esos aviones serán para un desguace. Quien tiene huevos de volar en uno