Era junio. El tiempo ya era bueno. El ambiente en el barco Viking Sigyn era agradable. Los turistas surcoreanos viajaban contentos, fotografiando el famoso Parlamento húngaro que linda con el Danubio. En ese momento, el ‘crucero fluvial’ cocha contra el barco Sirena, al que estaba adelantando sin respetar la distancia mínima de seguridad, que se hundió. Pero hubo algo peor: C Yuriy, el capitán ucraniano de Odessa, de 64 años, no asistió a ninguna de las víctimas ni del Viking Sigyn ni del Sirena, donde iban 33 surcoreanos y dos tripulantes húngaros.
De todas las víctimas, sólo siete fueron rescatadas del agua. El resto, murió. El balance total fue de 28 víctimas mortales y una cuyo cuerpo no se encontró jamás.
Ahora la justicia pide nueve años de cárcel para el capitán del Viking Sigyn por no prestar auxilio a nadie. Igualmente, la acusación considera que el capitán descuidó su función al mando del barco durante bastantes minutos. Igualmente, tampoco respetó las normas de navegación en materia de distancia en los adelantamientos.
Además de la pena de prisión, hay otros cargos. El capitán, por su parte, admitió su culpabilidad. La justicia húngara no le ha permitido la libertad con cargos y se encuentra en prisión preventiva desde el momento de la catástrofe.
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