La Organización Mundial del Turismo publicó ayer un estudio en el que dibuja tres escenarios respecto al futuro del sector turístico. Según la OMT, la primera posibilidad es una recuperación prácticamente inmediata del turismo, con mejores ingresos y una normalización relativamente rápida; el segundo escenario sería que esa recuperación no se produjera y, como consecuencia, durante bastantes meses se fuera a arrastrar esta crisis para, un día, bastante más tarde, empezar a escalar. El tercer escenario está en medio de estos dos. O sea, habría recuperación, pero ni sería inmediata, ni sería a muy largo plazo.
Este fantástico trabajo me hizo acordar una ocasión, en los años negros en que ETA mataba casi diariamente. Un comando asesino mató a varias personas en Madrid, huyendo del lugar de los hechos sin ser identificados. De cara al telediario del mediodía, tuvo que salir un portavoz policial a decir lo que sabían y explicó, más o menos, lo que sigue: “en estos momentos nuestros especialistas barajan dos hipótesis, primera, que el comando no tiene base en Madrid y en estos momentos ya se ha marchado; la segunda posibilidad que contemplamos es que no se hayan ido y sigan en la ciudad”.
Obviamente, algún día en el futuro, no sabemos cuándo, el turismo se recuperará. Obviamente, eso puede ser mañana mismo, en unos meses, o en unos años. Vaya con el estudio.
Yo, sin embargo, sin todos los expertos que maneja la OMT, tengo la impresión de que la recuperación será bastante veloz. Tal vez no al cien por ciento, pero creo que habrá una normalización más rápida de lo que nos parece. Si quieren, sólo tengo un temor: que haya un repunte del virus. De lo contrario, me imagino por supuesto que 2021 será prácticamente normal. Con alguna excepción que no creo vaya a ser importante.
¿En qué me baso para soltar aquí este vaticinio?
En que en China está ocurriendo algo bastante parecido; en que los fundamentos de la economía no estaban en el caos como en el 2009; en que el turismo ya no es como hace tres o cuatro décadas, un lujo totalmente elástico en relación con los ingresos sino que hoy es prácticamente un bien de primera necesidad y, finalmente, que los empresarios del sector no están dispuestos a rendirse fácilmente y emplearán todas sus armas, especialmente la flexibilidad en el precio, para recuperar el mercado.
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