Las hoteleras constatan a Preferente el vuelco que está dando la demanda una vez hay claros síntomas de que remite la crisis sanitaria del coronavirus (covid-19). En las pasadas semanas, las hoteleras no solo no tenían ingresos, sino que perdían negocio con un alud de cancelaciones bastante por encima de la entrada de reservas. Desde hace unos días, la situación ha virado, y ya se reciben más reservas que cancelaciones.
Este vuelco se está dando en una primera fase en los hoteles de la costa peninsular, que es independiente de los aviones para llegar a ella. La desescalada está rebajando el temor de los ciudadanos al virus, y les está ayudando a vislumbrar una vida más normal dentro de unas semanas. El horizonte de que en julio podrán atravesarse por carretera las distintas provincias está alentando el ánimo a la hora de reservar las vacaciones.
En las islas, estas faltas de certidumbres de las fechas de reapertura y, sobre todo las de las cuarentenas para extranjeros, están impidiendo una normalización de los negocios. Julio aparece como un mes demasiado incipiente todavía, pero agosto y quizás más septiembre sí pueda contemplar un repunte en las conexiones aéreas y en las reservas de hotel. Sobre octubre hay más dudas, ante un posible rebrote y un aluvión de malas noticias económicas.
Las aerolíneas están retomando sus programaciones de vuelos para dentro de unas semanas, aunque con unas capacidades que nunca exceden del 40 por ciento de las de las mismas fechas de años anteriores. Por lo tanto, aún en el mejor de los casos, como anticipó el presidente del Grupo Iberostar, Miguel Fluxá, “hace tan solo seis semanas pensábamos que los vuelos a Baleares se reiniciarían a final de junio”, pero “será un éxito si se pone una capacidad aérea del 30%” (Fluxá: será un éxito si se pone un 30% de la capacidad aérea precrisis).
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