Las afortunadas (no son islas)

No, las regiones afortunadas hoy en Europa en materia turística no son islas. O no son las islas de turismo masivo como Mallorca, Chipre, Ibiza, Tenerife o Gran Canaria. Dentro del desastre que estamos viviendo, hay algunas zonas del continente que están incluso haciendo su agosto. Son regiones atractivas, de turismo familiar, que tienen interés paisajístico y cultural, y que están siendo visitadas por sus vecinos más próximos.

En España, está ocurriendo con varios destinos de turismo interior, especialmente pero no sólo de Asturias. En Francia, Bretaña está llena de viajeros, especialmente procedentes de las grandes ciudades francesas que, como es evidente, están muertos de miedo como para emprender un viaje de largo recorrido. En Gran Bretaña, hay una invasión de turistas en Cornualles y en Cotswolds, por poner dos ejemplos –aunque les está diluviando. En Alemania, Baviera y la Selva Negra están recibiendo más visitantes que nunca, procedentes de las zonas cercanas. Y en Italia también está ocurriendo lo mismo, aunque con algunas salvedades, sobre todo en Cerdeña, donde un rebrote –nada en intensidad con España– ha levantado las alarmas.

Así, pues, por razones fáciles de entender, los menos perjudicados por esta crisis están siendo los establecimientos pequeños y medianos de zonas atractivas, familiares, para un tipo de turismo que también existe durante la normalidad, pero que en caso de epidemia no sufre tanto.

Nada de esto reduce la gravedad de la crisis, pero al menos hace que algunos lo pasen menos mal. Estoy pensando ahora en la paradoja de la feria del turismo interior, de Valladolid, Intur, que es secundaria respecto de las grandes ferias y que, sin embargo, sus productos están sufriendo mucho menos que aquellos que ustedes ven en Fitur, en medio de la pompa y el boato. Porque es, en buena medida, el triunfo de estas regiones afortunadas que, por una vez, no son islas.