Vuelta del turismo doméstico con el fin del estado de alarma

El 25 de octubre de 2020, con España inmersa en la segunda ola de Covid-19, el Gobierno decretó un nuevo estado de alarma. Con una incidencia acumulada a 14 días de 362 casos por cada 100.000 habitantes y 34.752 fallecidos, el Ejecutivo, arropado por 10 gobiernos autonómicos, adoptó esta fórmula para así poder implementar medidas extraordinarias para contener la pandemia: toques de queda, restricciones a la movilidad y limitación de las reuniones en espacios públicos y privados (Golpe de gracia del Gobierno al turismo interno en Semana Santa).

Todo ello ha tenido un efecto devastador en el turismo, cuya actividad se ha visto reducida a la mínima expresión en los últimos seis meses. Pero el estado de alarma tiene fecha de caducidad: el próximo 9 de mayo tocará a su fin. Existe la opción de prorrogarlo, si bien el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ya ha anticipado que "queremos que el 9 de mayo sea el punto final al estado de alarma. Es nuestro objetivo y para eso trabajamos" (Sánchez pone fecha a la inmunización: final de agosto).

¿Qué supondrá su finalización? Si hay algo en lo que parecen coincidir los expertos es que, sin estado de alarma, las comunidades autónomas únicamente podrán adoptar medidas ordinarias en materia de sanidad, no pudiendo decretar cierres perimetrales de todo su territorio ni imponer toques de queda. Por tanto, el 9 de mayo, siempre y cuando Pedro Sánchez no cambie de opinión e intente ampliarlo, volverá a ser posible hacer turismo doméstico por todo el territorio nacional.

Expertos consultados por Europa Press aclaran que en situaciones especialmente graves sí se podrán limitar derechos fundamentales, pudiendo decretar cierres perimetrales de zonas sanitarias, barrios e incluso ciudades, pero nunca de toda la comunidad autónoma.

Grosso modo, España volverá a una situación similar a la que existía el pasado verano, permitiéndose la libre circulación de españoles por todo el territorio nacional sin causa justificada, lo que supondrá un balón de oxígeno tanto para la industria turística como la salud mental de la ciudadanía.