La lección ferroviaria

Francia ha sido siempre muy proteccionista. Leía estos días un libro de Jean François Revel que llega a decir que Francia vivió siempre un tipo de socialismo capitalista muy peculiar. Como ejemplo, hay muy pocas empresas no francesas que consigan prosperar en Francia porque siempre escogen lo suyo, aunque no siempre sea lo mejor.

Estos días, sin embargo, Transdev, una compañía de servicios, empezó a operar los trenes que unen Marsella y Niza, en la Costa Azul. Es una de las primeras aperturas que el sistema ferroviario francés hace a la competencia privada. Una de las primeras pérdidas de negocio de la SNCF, la compañía nacional de ferrocarriles franceses. Porque, si usted ha visto que en la alta velocidad está Ouigo, no se deje engañar: Ouigo es propiedad de SNCF que, en un ejercicio malabar, creó una segunda marca como si eso fuera competencia.

Antes que Francia, Gran Bretaña había privatizado totalmente la gestión de su red de ferrocarriles; Holanda fue mucho más modesta, pero ha permitido la participación privada y hoy en Alemania es mucho más probable que usted se suba a un tren de una empresa privada que no a uno de DB, porque las Abelio, National Express o incluso Transdev están ya sirviendo incontables líneas.

¿Y España? Nosotros, como siempre, tarde. Iba a decir también “mal”, pero esto ya lo veremos. Pero tarde seguro. Lo cual significa que como no empezamos la apertura a tiempo no tenemos empresas propias que hayan aprendido los trucos de la gestión ferroviaria, no tenemos experiencia, no hemos formado equipos, no tenemos know-how. 

Como estamos así, nuestra Renfe no ha aprendido a competir. Y no ha salido fuera. Trenitalia ya lleva tiempo operando como un privado más en Alemania y en Gran Bretaña; Abelio, que es una filial de los ferrocarriles holandeses, están en Alemania y es uno de los más grandes operadores británicos; Deutsche Bahn es la propietaria de Arriva, presente en incontables mercados y, por supuesto, los franceses están en España, operando la competencia de Renfe en la alta velocidad.

Pero nosotros, nada. Renfe no ha salido. Si no me equivoco, lo intentó en una ocasión, fracasando.

Este retraso, probablemente el más grave en Europa, tendrá un precio: vamos tener complicado competir; vamos a tener dificultades en salvar las distancias con un mercado abierto; vamos a tener que formar equipos durante bastante tiempo.

Nada que no fuera previsible, por supuesto.