El turismo afronta cinco retos decisivos para garantizar a largo plazo la senda de creación de empleo y redistribución de la riqueza por la que venía transitando. La unidad del sector, el freno a la estigmatización, el alquiler ilegal, la mejora del producto y la sostenibilidad en aviación conforman este quintento de retos decisivos.
En primer lugar, resulta determinante para el sector avanzar hacia la unidad. Los efectos de esta falta de voz única se han apreciado como nunca en esta pasada crisis por la pandemia. Los gobernantes españoles han sido los de su entorno que menos ayudas han dado al turismo. El sector no ha conseguido trasladar su fuerza ante las autoridades en gran parte por estar dividido entre el Consejo de turismo de CEOE, la Mesa del turismo y Exceltur.
El turismo en España carece de una representación proporcional al de su peso en la economía, pues ni se ha logrado jamás un ministerio en exclusiva. Urge por lo tanto que los tres grandes lobbies tracen un plan para unirse en una gran confederación que los integre a todos. Cada uno posee su fortaleza —CEOE la interlocución laboral; Exceltur sus informes, y la Mesa del turismo sus relaciones institucionales y contundencia mediática—, y agrupadas bajo un mismo paraguas el sector se vería muy beneficiado, si lograsen superarse los egos.
La segunda amenaza estructural es la estigmatización creciente del turismo en los últimos años, hasta el punto que ahora se ha impulsado incluso desde el propio gobierno estatal. La consecuencia es que cada vez capas más amplias de la sociedad perciben al sector como una fuente de trabajos precarios, y se reduce así el personal disponible para desarrollar sus carreras en el turismo. La economía española, con la mayor tasa de desempleo de Europa, no puede permitirse este fenómeno, y urge un plan del sector para impulsar una campaña que enfatice las bondades de la industria y rebata la fuerte ofensiva cultural de la turismofobia.
El tercer reto a largo plazo del sector es la contención de la oferta ilegal de alojamientos que ha propiciado Airbnb. El incumplimiento de los planes urbanísticos que delimitan zonas residenciales de las turísticas, industriales o rústicas ha tenido múltiples efectos nocivos. El encarecimiento del precio de la vivienda ha sido el más trascendente. Los problemas de convivencia en el centro de los ciudades viene siendo otro, con su consecuente turismofobia entre los vecinos. La desnaturalización de los núcleos urbanos también supone una resta de atractivo en el producto. Y el contraste con la contribución pública entre alquiler vacacional y oferta reglada supone otro de los mayores daños tanto en aportación a impuestos como en creación de puestos de trabajo.
En cuarto lugar el turismo español afronta el desafío de mejorar su producto turístico. Un punto fundamental es la renovación de destinos maduros, pero también otro es la creación de nuevas zonas turísticas tanto en el litoral como en el interior. Huelva, Almería o el Cantábrico comparten un gran potencial entre las áreas de playa. La España vaciada, de su lado, debería apoyarse en el desarrollo de un producto turístico de primer nivel adaptado al auge de las largas estancias por el teletrabajo, puesto que ningún país reúne mejores condicionantes para atraer a este tipo de viajero —seguridad, hospitalidad, clima, infraestructuras, naturaleza, gastronomía, cultura o historia—.
Finalmente, la gran amenaza del sector viene de la sostenibilidad. Al depender de la aviación, se hace necesario un plan para acelerar la descarbonización de las aerolíneas. Los estímulos fiscales emergen como una de las más efectivas soluciones, en contra de penalizar los vuelos de corto radio que es donde se concentran los esfuerzos de la industria para innovar tanto en tipo de combustibles como en tecnología.
Estos cinco retos para el sector son más importantes que urgentes, y de ahí el riesgo de demorar planes para implantarlos con tanta premura como es necesaria. El turismo afronta un trance histórico y se hace imprescindible como punto de partida una unidad desde la que luego se elaboren estrategias unánimes en torno a estos puntos para asegurar el bienestar de la población española, el sostenimiento de los servicios públicos y la estabilidad social.
Totalmente de acuerdo