Casi por toda España –la verdad es que digo 'casi' por formalismo retórico– nuestras autoridades han aprendido y desarrollan el electoralismo más burdo, más obsceno, más impresentable, presuntamente para fomentar el turismo. Y lo hacen con todos los segmentos de la población, pero sobre todo, con los mayores, que son los más agradecidos en las urnas.
El ejemplo supremo es el Imserso, que de alguna manera es el caso más justificable, al menos por su antigüedad. Ahora, con el Covid y el impacto que ha tenido en el turismo, los casos de subvenciones para viajar se repiten por todo el país, sin que nadie sienta un poco de vergüenza.
Ustedes me dirán qué necesidad hay de dar doscientos euros por persona para que la gente visite La Palma, cuando en sí misma una erupción volcánica y todo lo que conlleva es un atractivo de primera. Pero el populismo barato no tiene límites.
No hay ni una autonomía, ni un gobernante que prescinda de ello, que tenga un poco de vergüenza. Y peor: ni hay medios de comunicación que lo denuncien ni votantes que se opongan. En España no hay nadie que se pregunte por qué ningún país europeo reparte el dinero de esta manera entre los ciudadanos –perdón, digo entre los votantes, porque curiosamente sólo se paga a quienes residen en el distrito de la autoridad política que pone la subvención y nunca a los que vienen de otros lugares.
Una pareja conocida mía se apuntó a una de estas promociones en su provincia. Como cada caso es diferente, en esta instancia uno se apunta y se le asigna un hotel unas semanas después. Siempre son estancias para lunes, martes y miércoles, con todos los gastos pagados. A esta pareja le tocó un hotel a apenas dos kilómetros de su casa... Ya me dirán, en un país con los problemas que tenemos, el gobierno local le paga a dos mayores para que se vayan a pasar tres días al lado de su casa con todo pagado. Y como a estas edades, parece que uno se vuelve gorrón incorregible, allí van todos, felices de no pagarse ni la pasta de dientes al menos tres días.
Ay, se me olvidaba: esto es por el turismo, que a nuestros políticos les importa tanto que se ven obligados a hacer esto. No, desde luego, no tienen otros intereses.
Se trata de un trágala muy manido que da la casualidad ser utilizada por todos cuando toca chupar banquillo. A otro