Ha estallado una guerra. La Rusia de Vladimir Putin ha invadido Ucrania. Se suceden los muertos, el pánico y el horror. De nuevo, los países que se encuentran entre Alemania y Rusia, entre la que un día produjera una de las más aberrantes ideologías racistas y la que lanzara al mundo la lucha de clases, vuelven a temblar.
Europa, con su tradicional contundencia, seguramente hará una cumbre de la que saldrá un comunicado de repulsa, que ni preocupará a Putin ni consolará a los ucranianos.
En los medios de comunicación occidentales, apenas en tercer lugar de las noticias, aparece el espíritu europeo: “ay!, qué va a ser de nuestro turismo”. Los ucranianos mueren, qué problemón, pero a nosotros nos preocupa que no sea cosa que está tragedia pudiera afectar a nuestro turismo, que es lo importante.
Un periódico europeo publicaba ayer que varios países de nuestro continente temen perder el gasto de los oligarcas rusos en sus tiendas de moda. El centro de París, de Berlín o de Londres viven de esa gente. Entre los opresores árabes y los rusos se reparten un negocio que moviliza la economía.
De manera, amigos ucranianos, que van a tener que esperar. Europa es un continente de principios: necesitamos el gas, queremos vender Louis Vuitton y ocupar nuestros hoteles, de manera que esperen un poco. No se pongan nerviosos.
No me siento muy orgulloso de las preocupaciones que nos dominan mientras ellos mueren. No será la primera vez que ocurre, pero a mí me avergüenza que no vaya a ser la última.
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Excelente reflexión que debe hacernos pensar hasta donde podemos seguir haciendonos los distraídos. Cual es el limite entre el negocio y la moral. Hasta donde estamos dispuestos a tranzar nuestras convicciones y defensa de principios como la libertad, los derechos de autodeterminación de los pueblos, valores como la democracia...En el mundo del turismo somos muy hipócritas.
Hay muertos de primera y de cuarta, nada nuevo en el mundo en el que vivimos. Los jerarcas del mundo occidental se llevan las manos a la cabeza cuando se bombardea Kiyv (Kiev, es el término ruso), por supuesto es intolerable que este dictador que es Putín y todos los que le doran la píldora, pero, oh, sorpresa cuando nuesto amado mayor proveedor de petóoleo y generosos comprador de nuestro armamento, en el caso de los USA, o de nuestros trenes, en el caso de España, bombardea día si y día también, Yemen, ni Dios dice esta boca es mía. Qué pasa, los muertos ucranianos valen más que los yemeníes, o los intereses no son los misms?. enfin, todo es política, y ya que no lo dice el comentarista lo digo yo, lo del gobierno italiano diciendo que los oligarcas rusos no van a visitar la Vía Condotti romana en busca de zapatos de 3000 euros o las tiendas de Gucci es para mear y no echar gota, si esos son los principios de nuestros "mandamases" es para mear y no echar gota. En pocas palabras, una vergüenza. Y por cierto, mucho bla, bla, bla, pero tanto que se les llena la boca, ¿están dispuestos a poner muertos propios para salvar a los ucranianos?, no hace falta responder a la pregunta, porque la respuesta es obvia.
Ya lo recomienda el sabio refranero español: el muerto al hoyo y el vivo al bollo