Esto ya está en marcha: el turismo está recuperando el tono a toda velocidad. Los aeropuertos, los puertos, los hoteles, los rent a car, los restaurantes, los museos, los atractivos turísticos, las carreteras y el transporte por carretera ya dan síntomas de recuperación.
Al mismo tiempo, el español medio da muestras de querer viajar, incluso de estar dispuesto a pagar un poco más.
Ahora bien, si ustedes me lo permiten, yo advertiría a los empresarios del sector, sobre todo de aquellos que no tienen competencia directa, que no intenten recuperar los dos años de pérdidas en un momento. No se trata de pegar sablazos insoportables a los viajeros y asustarlos definitivamente; se trata de recuperar la normalidad, tal vez con algún plus de precios derivado de la tremenda inestabilidad que estamos viviendo, pero quien desee que esto se recupere realmente no debería pasarse.
Estos días he estado viajando por varias autonomías y compruebo con estupefacción que no es uno ni dos quien piensa que esta es su oportunidad. Y lo que puede terminar sucediendo es que sea la oportunidad para dañar su imagen gravemente.
El ansía viva, pura idiosincracia nacional.