Los principales periódicos económicos españoles, como son Expansión o El Economista, han coincidido en resaltar esta semana que el país está salvando sus servicios públicos y estabilidad social gracias a un sector turístico que pese a ello no para de recibir embestidas por los gobernantes.
Un editorial de Expansión esta semana estaba titulado con que "El turismo, salvavidas ante la desaceleración", poniendo énfasis en que las autonomías donde más crece el PIB son Baleares, Comunidad Valenciana y Canarias gracias a su exposición a la industria líder del país.
De su lado, el habitual artículo sabatino del director de El Economista, Amador García Ayora, recordaba que desde la crisis de 2008 a la que siguió una década perdida, "no se produjo la transformación esperada. Con excepción de la apertura al exterior de sectores como el agroalimentario, son el turismo y, en menor medida, la construcción los que siguen tirando de la economía".
El periodista revelaba que el Gobierno en el Plan de Estabilidad hasta 2025 enviado a a Bruselas "falta de un plan de reformas", lo que es "preocupante", y "los tres factores en que se apoyará la recuperación son el empleo de calidad, el turismo ¡de nuevo! y los fondos Next Generation. ¿Alguna idea nueva o desconocida? Parece que no. Y lo peor es que, con excepción del turismo, el comportamiento del resto de factores está en tela de juicio".
También El Confidencial abordaba este sábado el asunto citando al consultor turístico mallorquín Antoni Munar, quien remarcaba que "hay un movimiento en las Islas que está claramente posicionado en contra del turismo e interesado en que decrezca. ¿Qué haces si no quieres depender de nuestra principal actividad? Nadie presenta un sustitutivo".
El turismo, como ocurrió en la crisis de 2008 a 2013 y en la actual, no solo está salvando al país y a muchos de sus gobiernos de un desgaste mayor, sino que el futuro de España lo encomiendan en privado al crecimiento de un sector al que públicamente no dejan de denostar.
Los ministros del Gobierno lo califican de "precario", incluida la propia de Turismo, Reyes Maroto, hace pocos días, en un calificativo que también usó el de Consumo, Alberto Garzón, junto al de "estacional y de bajo valor añadido", mientras no se le reconocía beneficio alguno para la sociedad (La ministra Maroto atiza al turismo por la “precariedad”).
Junto a los ataques en forma de desprestigio, en medio de un grave problema para encontrar trabajadores cuando España lidera las tasas de paro entre las grandes naciones europeas, se le suma la ofensiva en forma de leyes encaminadas para contener el crecimiento del sector, con moratorias o impuestos.
Tal es el caso precisamente en Baleares o en la Comunidad Valenciana, a diferencia de una Canarias que también preside un socialista, como muestra de que el color político no es sinónimo de embestir contra el sector, pese a que asimismo en Barcelona el Turismo no recibe halago alguno por parte de la Alcaldía.
El "cambio de modelo" es uno de los dogmas entre los gobernantes con mayores muestras de turismofobia, mientras en regiones como Madrid y Andalucía se está impulsando una nueva oferta hotelera de máxima calidad, incluso antes de que gobernara el centro-derecha.
La marginación del Turismo de un PERTE a diferencia de otros once sectores mucho menores de la economía evidencia la irracionalidad de contener a una industria que está salvando a España, y cuyos efectos nocivos se han desencadenado especialmente por el descontrol de las autoridades con las plazas turísticas ilegales en el centro de las ciudades.
La permisividad con el alquiler vacacional auspiciado por Airbnb, que ha mezclado los usos turísticos en zonas urbanísticamente delimitadas para el residencial, es la causante de la puntual masificación, el malestar vecinal, la falta de ingresos fiscales y el encarecimiento de la vivienda, sin que apenas algún gobernante se haya atrevido a resolver este problema.
Las críticas de las autoridades, no obstante, siguen centrándose en subsegmentos como el de los cruceros o el de los coches de alquiler, de modo que alimentan mensajes de estigmatización del turismo, sin que quepa una visión más ecuánime fruto de añadir la aportación tan decisiva del sector para España hasta el punto que está sosteniendo los bolsillos de las familias.
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