En el papel, la expansión de Wizz Air va fantástica; en la realidad, es un desastre. La aerolínea húngara yerra constantemente en sus cálculos. Ahora ha anunciado el cierre invernal de su base en Cardiff, la capital de Gales, y más grave, el cierre anticipado de sus operaciones que inicialmente deberían haber concluido a finales de octubre. El 19 de septiembre dejará de volar al Mediterráneo, a Mallorca o Alicante (WizzAir lanza la guerra contra Easyjet desde Cardiff y Doncaster).
Ryanair, siempre dispuesta a poner el dedo en el ojo, ha hecho público que transportará a todos los pasajeros que Wizz Air deja en tierra por un precio módico especial. Porque Ryanair sí sabe cómo es la estacionalidad de estos aeropuertos secundarios.
El Gobierno de Gales, que ya se imaginaba tener en Wizz Air a su aerolínea preferida, ha lamentado la decisión de la compañía.
Los vuelos afectados por la suspensión de operaciones –en realidad, esto significa la retirada del único avión que Wizz Air tenía basado en Cardiff– son nueve: Corfú, Heraclión, Faro, Lárnaca, Lanzarote, Palma, Alicante, Tenerife y Sharm el Sheikh.
La aerolínea húngara dijo que los viajeros podrán volar alternativamente desde Londres Luton o desde Gatwick, lo cual supone un viaje de unas tres horas entre su ciudad y el nuevo aeropuerto propuesto. De lo contrario, les devolverá el dinero.
Wizz Air seguirá manteniendo unos pocos vuelos con Cardiff a partir de bases en Milán o en Bucarest.
Anteriormente, la aerolínea canceló sus operaciones desde Doncaster, cerca de Sheffield, desde donde también pretendía operar su modelo low cost (Wizz Air, a por el caos récord).
En medio de la retirada, sí parece que mantiene sus operaciones desde Gatwick, donde las cancelaciones y los retrasos son extremadamente frecuentes.
Wizz Air opera desde Gran Bretaña con una marca filial, Wizz Air UK, (W9, en lenguaje aeronáutico), desde donde acumula con diferencia el mayor índice de retrasos y cancelaciones de toda la aviación europea.
Los buitres siempre están al acecho.