El hundimiento de Blue Air

Hace unos meses, la redacción de Preferente estuvo preparando un reportaje sobre Blue Air, como una novedosa low cost que emergía en Europa y que estaba empezando a asentarse. Con 32 aviones, la compañía tenía una presencia importante, especialmente pero no exclusivamente en Europa del Este (Blue Air vuelve, pero solo con 5 de sus 13 aviones).

Sin embargo, ha habido dos problemas: por un lado el Covid, que la dejó sin ingresos pero con gastos y, después, la gestión. Es muy fácil poner en marcha una aerolínea, es muy fácil definir un modelo para ella, pero es extremadamente difícil mantener todas las variables fieles a los principios, con una gestión que no se desvíe del camino.

Por eso, de los 32 aviones se pasó a apenas 13 y ahora, cuando la compañía vuelva a volar, tendrá apenas 5, los que no eran alquilados. Un adelgazamiento obligado por la falta de recursos.

El asunto da para pensar: diseñar una aerolínea está al alcance del más matado; dibujar sobre el papel cómo tiene que operar, también. Yo incluso diría que los primeros meses de gestión también son fáciles. Pero después, cuando todo se asienta, hay que mantenerse fiel al modelo. Y hay que hacerlo durante años y años. Hay que rechazar todas las tentaciones que llevan a la ruina y que están a la vuelta de cada esquina.

Cierto que el gobierno rumano ha ayudado al hundimiento definitivo de la compañía, con una intervención financiera que no tiene lógica: hubiera sido más necesario y oportuno negociar, llegar a un acuerdo para la refinanciación de la deuda, tal como ha ocurrido, que no paralizar todo con una acción tan dura.

En todo caso, al menos se ha conseguido que Blue Air siga viva, aunque con menos de la mitad de la flota, deberíamos decir que está "medio viva".