El día del Turismo, ante el reto de curarse de su gran enfermedad

Este 27 de septiembre, en el que se celebra el Día Mundial del Turismo, representa una fecha señalada en la que el sector aprovecha para exponer sus bondades pero también para abordar sus retos, entre los que actualmente sobresale como principal enfermedad la exponencial proliferación en los pasados años de la oferta alojativa ilegal (España, sin medios para controlar el alquiler turístico ilegal).

El auge descontrolado de las viviendas vacacionales sin permisos que auspició Airbnb se ha traducido en una masificación y saturación de ciertos destinos en fechas punta del año, y en una consecuente turismofobia creciente de la población, hasta el punto de que en Barcelona llegó a convertirse en la primera preocupación ciudadana.

La disparada oferta ilegal de alquileres turísticos también ha tenido como consecuencia la desnaturalización de los barrios más céntricos de los principales destinos del mundo, pero sobre todo el agudo encarecimiento de la vivienda para residentes, al haber salido del mercado de renta de largo plazo una buena porción del parque de casas (Mallorca: la falta de inspectores da alas al alquiler vacacional ilegal).

La mucho menor contribución a Hacienda de este tipo de alojamiento en comparación con la planta hotelera reglada representa otra de las grandes dolencias que tiene hoy día el sector, además de que la creación de puestos de trabajo es netamente inferior en la oferta ilegal de viviendas vacacionales frente a los establecimientos que cumplen los permisos.

Los defensores del alquiler turístico argumentan que al haber disparado la cifra de turistas en sus destinos se ha permitido aumentar ingresos a comercios o restaurantes, aunque las infraestructuras como las carreteras o los aparcamientos padezcan el enorme crecimiento de los coches de alquiler, en comparación con el modelo de touroperación, con más autobuses, mientras proliferan los supermercados regentados por asiáticos en locales emblemáticos.

Los planes urbanísticos que delimitan zonas residenciales, rústicas, industriales y turísticas permitían una ordenación del territorio y de los flujos de transporte en función a la paulatina regulación de plazas hoteleras durante más de 60 años, pero la súbita entrada en el mercado de en pocos años tanta oferta como la que llevó medio siglo regularizar ha sacudido todos los equilibrios y se ha convertido por lo tanto en el gran trastorno del sector más denostado en España.

La presidenta de Baleares, Francina Armengol, tras haber permitido que la oferta de plazas durante sus siete años de mandato se haya disparado un 30 por ciento debido al auge del alquiler ilegal, volvió a arremeter la pasada semana contra la industria que sustenta la economía local, al exclamar que su gran objetivo será "que vengan menos turistas", mientras excluye a la vivienda vacacional de la ecotasa.

El sector, tras verse asimismo azotado por los fraudes con Tripadvisor y el oligopolio de Booking, también afronta con pesar que a nivel nacional se le haya marginado de un PERTE específico, a diferencia de otros once industrias menores, algunas de las cuales evidencian una notoria falta de consenso para recibir estas ayudas europeas, del mismo modo que la dotación a los viajes del Imserso ha indignado a quienes defienden alargar las temporadas y favorecer que los jubilados puedan disfrutar de unos días de vacaciones.