Los representantes del sector buscan el deseado ministerio de Turismo, o al menos su encuadre en alguna macroesctructura con una sinergia más evidente de la actual con Industria y Comercio. La opción de Transportes sería una de las mejor aceptadas en este sentido, ya que además este departamento goza de un elevado presupuesto, por encima de otra posibilidad como sería agruparse con Cultura. El sector líder de España afronta así el desafío de enmendar su incapacidad para que su peso económico sea equivalente al institucional (Podemos rechazó el Ministerio de Turismo por tener "un papel decorativo").
Los efectos de la falta de unidad en los lobbies turísticos y de una voz única se han apreciado como nunca en esta pasada crisis por la pandemia. Los gobernantes españoles han sido los de su entorno que menos ayudas han dado al turismo. El sector no ha conseguido trasladar su fuerza ante las autoridades en gran parte por estar dividido entre el Consejo de turismo de CEOE, la Mesa del Turismo y Exceltur.
El turismo en España carece de una representación proporcional al de su peso en la economía, pues ni se ha logrado jamás un ministerio en exclusiva. Urge por lo tanto que los tres grandes lobbies tracen un plan para unirse en una gran confederación que los integre a todos. Cada uno posee su fortaleza —CEOE la interlocución laboral; Exceltur sus informes, y la Mesa del turismo sus relaciones institucionales y contundencia mediática—, y agrupadas bajo un mismo paraguas el sector se vería muy beneficiado, si lograsen superarse los egos.
El sector ha sufrido la estigmatización cada vez mayor del turismo en los últimos años, hasta el punto que ahora se ha impulsado incluso desde el propio gobierno estatal. La consecuencia es que cada vez capas más amplias de la sociedad perciben al sector como una fuente de trabajos precarios, y se reduce así el personal disponible para desarrollar sus carreras en el turismo. La economía española, con la mayor tasa de desempleo de Europa, no puede permitirse este fenómeno, y urge un plan del sector para impulsar una campaña que enfatice las bondades de la industria y rebata la fuerte ofensiva cultural de la turismofobia.
El otro gran reto a largo plazo del sector es la contención de la oferta ilegal de alojamientos que ha propiciado Airbnb. El incumplimiento de los planes urbanísticos que delimitan zonas residenciales de las turísticas, industriales o rústicas ha tenido múltiples efectos nocivos.
El encarecimiento del precio de la vivienda ha sido el más trascendente. Los problemas de convivencia en el centro de los ciudades viene siendo otro, con su consecuente turismofobia entre los vecinos. La desnaturalización de los núcleos urbanos también supone una resta de atractivo en el producto. Y el contraste con la contribución pública entre alquiler vacacional y oferta reglada supone otro de los mayores daños tanto en aportación a impuestos como en creación de puestos de trabajo. La CEO de Riu, Carmen Riu, o el de World2Meet, Gabriel Subías, vienen alertando sobre los graves perjuicios del alquiler vacacional.
ESTRATÉGICO. Al Turismo en España se le atribuye algo más de una décima parte del PIB, aunque son abundantes las voces que critican que este cálculo no refleja el peso real del sector en la economía, puesto que la mayor parte de ingresos de por ejemplo los restaurantes vienen de los viajeros, además de que la estadística excluye a toda la industria de proveedores alrededor del Turismo, como los alimentarios o los de hoteles.
Ninguna otra nación del mundo suma mayores ventajas competitivas que España para convertirse en líder del Turismo, una industria a cuyo crecimiento se le vislumbra aún amplias perspectivas de repunte ante el envejecimiento de la población y de las clases medias, y ante la incorporación de los asiáticos a los flujos mundiales en busca de las cada vez más demandadas experiencias.
La unión en un mismo país de seguridad, hospitalidad, clima, infraestructuras, naturaleza, gastronomía, cultura o historia coloca a España en la posición más privilegiada para ser imbatible en Turismo, y tener por tanto un sector como base con el que facilitar el desarrollo de nuevas industrias que fomenten la digitalización y la transición ecológica, lo que el sector pretende pidiendo un PERTE específico que el actual Gobierno niega al Turismo pero con el que premia a otros once sectores menores (El Turismo insiste: “Se necesita un Perte que alivie el lastre de las pérdidas”).
España carece de ventajas competitivas para impulsar sectores como el industrial, pues otros países más pobres de Europa pueden acoger fábricas con costes más bajos gracias a sus menores salarios medios, y solo el Turismo en sus múltiples funciones laborales pueden socorrer a España ante sus principales debilidades socioeconómicas y estructurales.
No existimos.
No conozco un formulario en ninguna parte del Mundo, que cuándo pregunta profesión, mencione TURISMO.