La contaminación proveniente de la aviación tiene difícil solución. No es fácil hoy resolver el problema porque de una manera u otra se generan problemas insolubles. Provisionalmente, las aerolíneas se están volcando con el SAF (combustibles sostenibles), que es un queroseno que emite CO2 pero que reduce notablemente las emisiones. Y, además procede de residuos, con lo que lo que contamina es en parte compensado por la reducción de otras contaminaciones. El combustible está aceptado en general como una solución válida. El único problema es que no hay una producción suficiente.
En ese contexto, una aerolínea ha anunciado que todos los vuelos que operen en Ámsterdam usarán un 40 por ciento de SAF desde abril de este año. Lo curioso es que es la que probablemente tenga peor imagen en Europa, Ryanair, que dice que acabará la década usando SAF en el 12,5 por ciento de sus vuelos.
Aquí el secreto no está tanto en usar el SAF como en disponer del proveedor porque prácticamente no hay SAF en el mercado. Ryanair tiene un acuerdo con Neste para esta ruta, lo que significa que los vuelos a Ámsterdam tendrán un 32 por ciento menos de emisiones contaminantes.
Ocurre que Ryanair vuela a Ámsterdam, pero no tiene base y el total de vuelos a ese aeropuerto (Schiphol) es bastante limitado en comparación con otros de su red. No obstante, va por el único camino que hoy por hoy es posible.
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