Yo viajo a hotel ecológico

Tengo la impresión de que esto del ecologismo se ha convertido en otro elemento de marketing ante el que el público reacciona calmando su conciencia. Cada día hay más elementos que permiten ver claramente que bajo este paraguas verde cabe todo.

Por supuesto, me parece mejor que alguien vaya a un hotel que no emplea cucharillas de plástico para el café que a uno en el que sí se empleen. Pero esto, también hay que decirlo, es perder el sentido común. Es como si un policía coge al ladrón que acaba de robar un banco y le multa por aparcar mal. Sí, la ley está para cumplirla, pero hay que ver la imagen completa.

En este caso, Hotelbeds ha informado de que las reservas de hoteles con algún tipo de certificación ecológica han aumentado espectacularmente. O sea que los viajeros cogen el coche, van al aeropuerto, vuelan a una distancia muy lejana, se alojan dos semanas en un hotel que se ha construido para el turismo, generalmente en una zona virgen, y se tranquilizan porque ese hotel tiene un certificado, a veces obtenido con grandes esfuerzos, otras pagando grandes cantidades pero haciendo bien poco.

El ambientalismo no puede ser eso. Si de verdad queremos bajar las emisiones, hemos de hacer todos un ejercicio de responsabilidad. No seré yo quien entre en estos detalles, porque no sabría decir cuánto podemos viajar, pero desde luego, hay que tener sentido común y comprender que esto se tiene que hacer en serio.

Me da la impresión, cada día más clara, que el ambientalismo se ha convertido en un argumento comercial como cualquier otro, detrás del cual no es necesario que haya una realidad. Baste ver cuántas aerolíneas están siendo sancionadas por decirnos que volar con ellas es responsable.