Pecar por defecto o por exceso

Un servidor ha estado en algunos aeropuertos españoles cuando se dispara una alarma. Me pasó en varias ocasiones. Nunca vi el menor gesto de susto por parte del personal de la terminal, no digamos ya los pasajeros que ponen cara de “qué incordio esta sirena que no para de chillar”.

A los minutos, no siempre pocos, alguien desconecta la alarma e, imagino, investigará por qué se disparó.

Yo creo que muchas veces nos pasamos de indiferencia porque un día será algo serio y nos habremos metido en un lío.

Sin embargo, lo que ocurrió este viernes en el aeropuerto londinense de Gatwick, el primero en actividad turística en estos días, peca de lo contrario. Sonó una alarma en la terminal Norte, desde donde opera la enorme mayoría de los vuelos de Easyjet, y se dio la orden desalojar. Se paró todo, los pasajeros salieron a la calle, se comprobó que efectivamente no era nada y se volvió a dejar entrar a las muchedumbres, lógicamente con un nuevo control de maletas porque la seguridad es importante.

No es la primera vez que me ocurre algo así en un aeropuerto del norte de Europa. Incluso yo diría que los ingleses, con ser exagerados, aún pueden ser superados.

La conclusión es que ayer el aeropuerto de Gatwick, como se había anunciado, fue un desastre. Pero no por la huelga de DHL, que finalmente no tuvo lugar, sino por una reacción ante una alarma, siguiendo estrictamente lo que dice el protocolo, sin mirar un pelín más allá de las narices.

A pasarse por defecto no deberíamos contraponerle pasarse por exceso. No sé qué es peor.