La actitud de la provincia se Sevilla en relación a los pisos de uso turístico podría tildarse de incoherente. Durante la campaña electoral del pasado mes de mayo, su alcalde, José Luis Sanz, mostró una gran preocupación por el aumento de este segmento, reconociendo que “se había ido de las manos”, y que “no cabe ni un apartamento más”. (Sevilla, ahogada por los pisos turísticos como Mallorca, Málaga y Alicante)
Sin embargo, las actuaciones llevadas a cabo tras las urnas no concuerdan con las declaraciones proclamadas. Según cuenta El País, en el mes de julio, se otorgaron licencias adicionales para la construcción de viviendas turísticas en hasta 16 edificios, gran parte de ellos en pleno casco histórico, una de las zonas más afectadas.
El Ayuntamiento alega que, de no haber autorizado dichas licencias, incurriría en prevaricación, ya que se pactaron hace varios meses. Sin embargo, vuelve a comprometerse a “limitar o, en su caso, suspender las nuevas autorizaciones de establecimientos turísticos”, una vez apruebe una nueva ley para regular las viviendas turísticas.
Para que se hagan una idea de la dimensión del problema, la provincia cuenta con cerca de 45.000 plazas destinadas al alquiler vacacional, un 36% por encima de las hoteleras, que alcanzan las 29.000. Todo ello en una ciudad con apenas 700.000 habitantes, que están viendo cómo, poco a poco, la vivienda residencial está desapareciendo.
El portavoz de Iniciativa Ciudadana Sevillana, David López, que organizó hace algunas semanas una movilización en contra de esta situación, asegura que “la ocupación del espacio por los turistas es bestial, insoportable y disparatada”.
Explica que, además del “encarecimiento de la vivienda y el ruido”, hay otros aspectos que perturban a los ciudadanos como “los patinetes, los veladores, las bicicletas y las comparsas de mariachis”. Lamenta que “es verdaderamente un parque temático”, y se pregunta “por qué no se pone pie en pared si sabemos que el modelo está abocado al fracaso”.
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