La transformación a la que aspira la economía española hacia un mayor peso tecnológico solo tiene como opción más realista el avance en esa dirección usando a la industria turística como base (Las claves de Fitur: contra Airbnb y cruceros, y por un Perte).
El sector líder del país ya ejerce su efecto tractor pues a su alrededor han crecido gigantes digitales como los mayores bedbanks o GDS de Europa, demostrando que la riqueza turística es la que genera un ecosistema sobre otros segmentos complementarios.
Casos como el de Amazon o Facebook (Meta) prueban que estos proyectos necesitan nacer de un nicho --como fue la venta de libros en un primer caso, o de un álbum de fotos universitario en el segundo-- desde el que coger un soporte a partir de la cual ir ganando volumen para extenderse.
La fuerte internacionalización que caracteriza a las empresas turísticas españolas permite también que sus proveedores tengan un desembarco más allanado en la escena global, ante las oportunidades que se vislumbran con la Inteligencia Artificial, la criptoeconomía o la informática cuántica.
Asimismo, la innovación en sostenibilidad también tiene un puntal en el espíritu pionero que como ningún otro está demostrando el emprendedor sector turístico en materias como las energías renovables, la circularidad o la compensación de la huella de carbono.
Estas fortalezas del sector como palanca decisiva en la transformación del modelo económico español viene siendo un activo infravalorado y apenas expuesto mediáticamente que ejercería una incalculable contribución hacia una realista mejora de la creación de prosperidad y su redistribución para todo el país.
Así, Fitur emerge como un oportuno escaparate para situar en primer plano este atributo del sector, junto a los otros retos conocidos de poner coto a formatos nocivos como Airbnb y los cruceros, y el de la renovación de los destinos maduros mediante un Perte y los fondos europeos.
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