En una de las últimas intervenciones públicas, hablando sobre el turismo en Baleares, las autoridades de la Consejería de Turismo revelaron que en Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera habría más de 200 mil plazas de apartamentos turísticos en alquiler en Internet (Marga Prohens: “Vamos a dar la batalla contra el alquiler turístico ilegal”).
Baleares está en el entorno de las 450 mil plazas turísticas convencionales, que según nos contaban los gobiernos, era una barbaridad inadmisible.
En los años del mandato de la actual presidenta del Congreso de los Diputados, las plataformas de alquiler se hicieron populares y allí aparecieron miles de viviendas de Baleares. Hasta que el gobierno intervino y reguló. La regulación fue muy moderada (los votos de los propietarios, ¿me entienden?): se prohibieron los alquileres en la capital, Palma, y en algunas otras zonas. Y el gobierno dijo que se habían legalizado 90 mil nuevas plazas. Era frecuente entonces dudar de estas cifras y hablar de 120, 130 mil.
Se trata de un incremento de plazas fenomenal, muy especialmente si pensamos que quien legalizó esto era quien sufría defendiendo el medio ambiente y decía que un turista más era una tragedia.
Pero ahora, el nuevo gobierno de derechas dice que debido a la falta de controles hay hasta 230 mil plazas de alojamiento en apartamentos turísticos.
Es difícil creer una cifra tan abultada, pero si fuera verdad deja en entredicho cualquier política ambientalista que pretenda ser seria. Es aumentar el turismo en un 50 por ciento como si nada.
No obstante, por favor, que no les quiten las medallas ecologistas, que esas se las han ganado.
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