La Unión Europea pone en marcha una investigación en profundidad sobre las ayudas francesas concedidas al transporte marítimo en Córcega, donde operan Corsica Linea y La Méridionale, las dos locales, las dos celosas defensoras de su situación. Hay un punto a destacar: las ayudas francesas a la navegación no las decide París sino la Asamblea de Córcega.
Les pongo en antecedentes de otro asunto, no objeto de intervención de Bruselas. París convocó para las ayudas para la aeronavegación y se presentó, como siempre, la aerolínea local, Air Corsica, que dista un mundo de ser competitiva. Hacía los trayectos encargados a los precios encargados por una cifra que era superior al doble de los 50 millones de euros de subvención que pedía la segunda aerolínea que se presentó al concurso, Volotea. Ni qué decir tiene que la Asamblea de Córcega encontró motivos para que la ganadora fuera Air Corsica (Córcega rechaza a Volotea pese a bajar los precios un 50%).
En el transporte marítimo, las dos compañías comparten desde enero de 2023 las cinco rutas que unen Córcega con Marsella, con una subvención de 853 millones de euros, una cifra realmente elevada. El problema de este monopolio es que al lado está el país con las navieras más agresivas, Italia (que ya controla la navegación en España), y que han protestado. Sobre todo, protesta Corsica Ferries, que lleva años quejándose y que ha ganado varios litigios. Hace ya décadas que las empresas competitivas acusan a la Asamblea de Córcega, que otorga las ayudas, de adjudicar el servicio público incorrectamente.
Puro gabachismo