La programación de verano del aeropuerto de Málaga la hace alzarse como el tercero de España tras Madrid y Barcelona en rutas intercontinentales, con Nueva York, Montreal, Abu Dabi, Riad y Doha (Barcelona versus Madrid: el Prat acelera y recorta distancias con Barajas).
Además, algunas de estas conexiones se han acentuado, ampliando su número de frecuencias, como la que une a la Costa del Sol con la megalópolis estadounidense.
Este logro viene siendo especialmente envidiado y perseguido por Sevilla y por Palma de Mallorca, aunque ambas suman desventajas respecto a Málaga en cuanto a su diversidad de producto o en cuanto a su estacionalidad.
El aeropuerto costasoleño combina un destino de playa cada vez más demandado en la temporada baja, unido al auge de una ciudad que no solo ha disparado sus atractivos con los museos, sino con su parque tecnológico y los denominados nómadas digitales.
El centro de Málaga cada vez más lo pueblan extranjeros semi-residentes que se mueven en bicicleta y comen vegetariano, a la vez que la oferta hotelera de lujo en todo el litoral alrededor de Marbella ha registrado un boom sin precedentes con el aterrizaje de algunas de las mejores marcas del mundo.
En Sevilla y Mallorca el desembarco de enseñas de primera también se ha dado, aunque con menor intensidad que en la Costa del Sol, y coincidiendo ambas en acoger igualmente un notable aumento del turista estadounidense.
Palma, con cerca de la mitad de población que Sevilla, ambiciona más rutas con alguno de los grandes ‘hubs’ del mundo musulmán, para lo cual quizás el de Estambul con Turkish sea el más estratégico debido a que es la aerolínea con más destinos del planeta, y que su flota mayoritaria de aviones de un pasillo permite más frecuencias que los megaparatos de los gigantes del Golfo Pérsico.
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